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Ver día anteriorMartes 11 de enero de 2022Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Lograrán los ambientalistas mexicanos desayunar con AMLO?
E

n la primera parte de este ensayo (https://bit.ly/3fdd1Dv) hicimos ver lo difícil que era que la respuesta a esta pregunta fuera positiva, a pesar de que esa acción resultaría enormente provechosa para el país, los ambientalistas y la misma 4T. Como la imaginación es siempre más poderosa (¿necia?) que la realidad, en esta segunda parte visualizamos lo que sucedería si ese desayuno se diera. Creo sinceramente que en ese desayuno quien más tiene que ganar es la figura presidencial. Este ambientalismo de los pobres, esta ecología política mexicana, este otro zapatismo (https://bit.ly/3fddh5r), que ha ofrendado la vida de más de 160 militantes en defensa de la naturaleza y el ambiente, tiene mucho más que ofrecerle al país de lo que muchos suponen.

El ambientalismo mexicano no sólo ha enfrentado a los depredadores y parásitos que actúan en todo el mundo de la misma forma, sino también ofrece una visión del mundo basada en la cooperación, el altruismo y la ayuda mutua, que es la fórmula antitética a los valores que prevalecen en el mundo neoliberal. Por ello ha realizado avances sustanciosos con alternativas diversas y de vanguardia en las últimas cuatro décadas. ¿Ejemplos? Las cooperativas cafetaleras indígenas de Chiapas, Oaxaca, Puebla y otros estados han dado lugar a formas ecológicamente adecuadas mediante los llamados jardines agroforestales de café bajo sombra, y con el paso del tiempo han generado regiones de emancipación social y cultural. El consorcio de cooperativas Tosepan Titataniske es un ejemplo de orden mundial con manejo adecuado de su recursos (café, pimienta, bambú, miel, frutos, etcétera), programas de rescate de mujeres, de medicina alternativa, de educación y de ecoturismo. La Tosepan ha creado para sus 35 mil familias un banco del pueblo y ha construido 20 mil casas ecológicas. Similarmente, las 104 cooperativas indígenas de ecoturismo son un emblema a reproducir, y las numerosas inciativas de manejo comunitario de bosques y selvas han puesto a México a la vanguardia del mundo (lamentablemente el principal impulsor de ello, el ingeniero León Jorge Castaños, fue despedido como director de la Conafor). Los proyectos de agroecología, afortunadamente apoyados por la 4T mediante los programas Sembrando Vida y Agricultura para el Bienestar se han multiplicado por todo el país, y existen igualmente iniciativas en defensa del maíz y de pesca sustentable en Baja California y Quintana Roo. Finamente, el ambientalismo mexicano ha dejado huellas en la educación a través de carreras y materias en las Universidades Interculturales y en las Universidades Benito Juárez.

Como contraparte, el Presidente escucharía también reclamos legítimos. La disminución brutal del presupuesto de la Semarnat, que pasó de casi 68 mil millones de pesos en 2015 a unos 30 mil en 2021, la ausencia de una estrategia de transición hacia energías renovables y en general de una posición diáfana ante el cambio climático, la falta de voluntad para generar una ley general del agua que ponga fin al obsceno acaparamiento que hacen élites empresariales y agropecuarias, la incapacidad para detener la tremenda contaminación que realizan miles de industrias sobre los principales ríos del país (Lerma, Atoyac, Coatzacoalcos, Sonora, etcétera), el nombramiento de funcionarios de primer nivel sin conocimiento alguno de la materia, etcétera.

Y lo más importante de todo. Como sabemos que estamos ante un estadista sensible, los ambientalistas mexicanos, al igual que sus correligionarios en el resto del mundo, intentarían hacerlo consciente de la época que vivimos. Del estado de emergencia que ya viven la humanidad y su planeta. Que los reportes cada vez más preocupantes que proceden de la ciencia están mostrando con datos, evidencias y escenarios diversos que cada vez hay menos tiempo para cambiar el rumbo de una tendencia global que conduce al colapso en unas cuantas décadas. Que la crisis climática y la crisis social han llegado a su máxima expresión histórica, resultado de 4 mil años de la doble explotación del trabajo humano y del trabajo de la naturaleza. Y en fin, que como lo muestra la película de Netflix No miren arriba ( Don’t look up) o la especie humana reacciona de manera decisiva y rápida o nuestros hijos tendrán que vivir y sufrir una pesadilla inexpugnable. Los escenarios que hoy se viven con el covid-19 serán una pálida sombra ante lo que se nos avecina. La batalla final es por la vida.