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David Hockney ve el encierro de la pandemia como una bendición

Dedica un año a crear la obra que exhibe el Museo de la Orangerie

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▲ El pintor británico David Hockney posa en el Museo de la Orangerie en París, frente a su obra Un año en Normandía, un friso de 91 metros pintado en el encierro de 2020. El artista realizó un centenar de dibujos en el iPad en los que capturó los efectos de la luz y el clima de las cuatro estaciones.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Domingo 10 de octubre de 2021, p. 4

París. El artista británico David Hockney, trabajador incansable, contempla ahora sus meses de confinamiento en Francia como una bendición, una oportunidad de profundizar en la observación de la naturaleza.

Me encanta mirar, indicó el pintor de 84 años a la Afp.

Si observas el mundo, es realmente bonito. Pero tienes que tener la cabeza clara, hay muchas cosas que te impiden mirar, añadió.

Hockney concedió una entrevista en el Museo de la Orangerie en París, que exhibe a partir del 13 de octubre el fruto más reciente de esa tarea incansable: Un año en Normandía.

Es un enorme friso impreso de 91 metros de largo, ensamblado a partir de las aproximadamente 220 obras que creó durante ese extraño año de encierro, en 2020.

Un guiño y un homenaje al gran maestro impresionista francés Claude Monet, cuyas legendarias Ninfas ocupan las salas vecinas.

Cuando se produjo el confinamiento no me importó en absoluto, explicó Hockney, vestido con un vistoso traje a cuadros, gorra calada y sus conocidas gafas de pasta, esta vez de color amarillo.

Estábamos en un lugar aislado y trabajé cada día porque no había visitantes. Los visitantes me importunan, confiesa. Todos los esbozos preparativos fueron hechos con un iPad, su herramienta preferida desde hace años. Ya dejé la fotografía, explicó. Todo el mundo es fotógrafo. Todos tienen un teléfono móvil en su bolsillo. La fotografía se ha vuelto muy aburrida.

Le encanta dibujar sobre la pantalla del iPad, que le libera de pintar de forma tradicional, explica. Es una técnica nueva. No creo que haya mucha gente que la utilice.

No pueden cancelar la primavera

Los colores vivos de la campiña normanda son un motivo de inspiración pero también de reposo para Hockney, que se mudó a Francia en 2019, tras tres años de frenesí en Londres, justo después de haber terminado un vitral para la reina Isabel II, en la abadía de Westminster.

El primer día en Normandía fue dedicado a la contemplación de una maravillosa puesta de sol en el estuario del Sena. Teníamos la claridad de Van Gogh, dice.

Cuando llegó la primavera a Normandía, Hockney se dedicó primero a reproducir en detalle las flores, los brotes incipientes de la extensa variedad de árboles frutales.

Cancelaron los Juegos Olímpicos, pero no pueden cancelar la primavera, expresó con malicia.

Luego llegó el verano, con sus manzanas centelleantes al Sol. Era el momento de alejarse, de tomar distancia del paisaje.

El otoño tomó su turno, la caída de las hojas, y por fin, el invierno, con un poco de nieve, que el pintor esperaba.

Esa nieve ansiada cayó, finalmente, en enero de este año. Ese día la luz no llegó antes de las 8:30; hacia las 9:15 me dije que me iba a quedar en la cama, pero de repente se puso a nevar. Creó que capturé ese instante. Duró 35 minutos aproximadamente. Por la tarde, todo se había fundido.

Es una obra de 360 grados en torno a su casa, explica Cécile Debray, directora del museo.

A sus 84 años, con su retrato pixelizado de la realidad, Hockney resuelve lo que Monet buscaba desesperadamente: Atrapar un momento.