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Desde otras ciudades

Curanderas tradicionales de Sudáfrica emergen a distancia gracias a las nuevas tecnologías

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▲ Janet Mmalaixaba, Gogo Molahlegi, posa orgullosa al retomar sus consultas, pero ahora en línea, y ejercer una tradición ancestral que se niega a abandonar.Foto Afp
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a curandera Makhosi Malatji agarra los huesecillos y coloca su celular en un tripié. Como la mayoría de las sangomas de Sudáfrica, desde que llegó el coronavirus ofrece sesiones de rituales ancestrales en línea.

En su sala de consulta en Johannesburgo, cuyo suelo está cubierto por telas con estampados tradicionales y pieles, el incienso se quema lentamente, pero su clienta no se encuentra aquí, sino al otro lado de la pantalla, por medio de la cual le confía las tensiones familiares que la carcomen.

Muchos sudafricanos consultan regularmente a las gogos, como se conoce cariñosamente a las mujeres mayores respetables, tengan la edad que tengan. Conocidos generalmente como sangomas, un término zulú, estas herbolarias calificadas también tienen un papel de consejeras.

En un primer momento, Malatji era bastante reacia a las nuevas tecnologías, pero esta curandera de 37 años tiene ahora un perfil profesional en Facebook, Instagram y YouTube.

Autoproclamada sangoma nueva generación hace cuatro años, Nomfundo Dhlamini, de 30, dice que utiliza Internet y las redes sociales para defender la espiritualidad africana, sobre todo entre los jóvenes.

Sin embargo, la práctica no está exenta de tensiones con los defensores de que estos ritos ancestrales se sigan efectuando de forma tradicional. Y la brecha generacional complica el diálogo, admite Dhlamini.

A una curandera de una cierta edad no le resulta evidente pedirle a uno más joven que le ayude con la tecnología, explica.

El año pasado, Xhanti Madolo, de 39 años, creó el primer anuario en línea de sangomas, con un antiguo compañero de clase.

Mucha gente dejaba el campo por las zonas urbanas y no sabían dónde consultar, explica Madolo, quien dejó el sureste del país hace unos 20 años para instalarse en Johannesburgo. Desde noviembre, más de 200 curanderos se han inscrito en la plataforma Gogo Online.

Las sangomas, reconocidas como practicantes de salud tradicionales e incluidas en las primeras vacunaciones reservadas al personal sanitario de Sudáfrica, fueron declaradas ilegales en 1957 en virtud de una ley sobre la supresión de la brujería. Su práctica no se volvió a legalizar hasta medio siglo después.

Después de meses de consultas por teléfono, Gogo Molahlegi, de 66 años, sintió un gran alivio el pasado agosto cuando, terminado el confinamiento más duro, las autoridades volvieron a permitir que las sangomas ejercieran de forma presencial.

Afp