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Novela presenta a la artista y musa Nahui Ollin en toda su complejidad

El escritor Juan Bonilla deplora que haya sido menospreciada como pintora y, sobre todo, como poeta

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▲ Nahui Ollin fue un volcán en perpetua erupción que tiene una obra digna de rescate, aquí en imagen de 1927.Foto cortesía del Museo Nacional de Arte / Inbal
 
Periódico La Jornada
Miércoles 3 de febrero de 2021, p. 3

Lo que fue y sigue siendo Nahui Ollin se despliega en la novela Totalidad sexual del cosmos, del escritor gaditano Juan Bonilla (Jerez de la Frontera, España, 1966), quien describe en su relato la personalidad poliédrica de la pintora mexicana, una de las figuras más atractivas en el ámbito cultural de la primera mitad del siglo XX.

Musa, nínfula, yegua fina, apocalipsis, melodía inaudita, lujuria, reina, viajera, volcán en perpetua erupción, así aparece la hija del general porfirista Manuel Mondragón en las páginas del volumen editado por Seix Barral, un libro híbrido, libre, donde se mezclan varios géneros alrededor de una columna vertebral que es la poesía, explica el autor en entrevista con La Jornada.

Desde su casa en Sevilla, vía Zoom, el narrador detalla que en realidad fue la historia del restaurador Tomás Zurián (1936, Huetanamo, Michoacán), biógrafo de Carmen Mondragón (1893-1978), la que lo impulsó a contar esa rela-ción entre el investigador que descubrió, restauró y nos regaló a la mujer de los inolvidables ojos verdes, nombrada Nahui Ollin por su amante, el también pintor Gerardo Murillo, Dr Atl.

Bonilla dedica su novela al curador Zurián y lo incorpora como un personaje más en la narración que, añade, es producto de la combinación de una vida fascinante, pero también del rescate de alguien que se enamora de ella por una fotografía, comienza a preguntarse quién es, busca cosas suyas en todas partes, hasta que consigue ponerla en pie y, muchos años después, en 1992, hace una gran retrospectiva.

El autor considera que la vida de Nahui es espectacular, llena de momentos cumbre, por decirlo de alguna manera; sin embargo, ha sido menospreciada como pintora y, sobre todo, como poeta, cuando tiene una obra digna de rescate.

Entre los poemas que se incluyen en Totalidad sexual del cosmos aparece el que, precisamente, da título a la novela: Somos / dos piedras / que un dios impune / golpea una y otra vez / buscando / que caiga/ una sola gota / de fuego / con la que alzar / una hoguera / que lo caliente / y que lo hechice / contra / el frío / del tiempo, / el frío / de estar solo, / el frío / de no saber / que es / sólo un dios / Dos piedras / envueltas en piel / golpeándose / una / y / otra vez/ en busca / de una gota / de fuego / con la que / empiece / una hoguera / que incendie / el mundo.

En el plano ideológico, continúa Bonilla, “me interesó que Nahui Ollin fue una de las primeras mujeres y artistas que difuminaron las fronteras entre alta y baja cultura, pero nadie la reconoce como una adelantada en ese aspecto.

“Mientras la mayoría de artistas y poetas del México de aquella época tenían muy claro cuáles eran las diferencias entre alta cultura y baja, ella no, e igual posaba para un gran fotógrafo como Edward Weston o para Diego Rivera, que para la revista Ovaciones o vendía postales de sus desnudos.”

Las grandes figuras, añade el escritor, “son grandes porque se les puede interpretar y malinterpretar, por eso, que ahora alguien quiera utilizar a Nahui en un sentido o en otro está en todo su derecho, aunque sólo estará interpretando una parte.

“Ella, evidentemente, fue feminista, si feminismo significa igualdad de derechos. Fue la primera mujer artista que se sindicalizó en México; en el fondo de su lucha, lo que sencillamente pedía era que la dejaran hacer lo que le daba la gana.

“Hay una parte del feminismo a la que le enferma que Nahui posara desnuda porque eso cosifica el cuerpo de la mujer. Es un tema para discutir, pero para mí no es lo suficientemente interesante, porque los estandartes no son más que eso. Nahui es más compleja.

“No tendríamos que elegir con qué parte de ella nos quedamos, porque no estamos en un hipódromo apostando por la pintora, la poeta o la ensayista. Podemos quedarnos con todo, o con parte. Nahui, como poeta, es intensa, muy desconocida, escribía fundamentalmente en francés, merece ser más editada y estar más al alcance del público.

“Su obra pictórica es muy personal, contrario a lo que se dice, que es floja y que se le ha atendido sólo porque era compañera del Dr Atl. No lo creo. Se trata de un mundo muy personal; tú ves uno de sus cuadros a 20 metros y sabes que es de ella; es decir, consiguió construir su mundo con esa mirada de niña, pero con temas adultos, cosa que no había hecho nadie antes que ella y eso produce un cierto desgarro en la propia luminosidad y alegría que tiene su pintura.

Quizá lo que me resulta menos atractivo es todo ese mundo de la espiritualidad, su estar contra la ciencia y combatir la teoría de la relatividad de Einstein. Me parece un misticismo mal entendido.

Juan Bonilla señala que en esta novela, junto con su anterior obra Prohibido entrar sin pantalones (2013), encontró en la escritura una libertad “que antes no tenía, encontré la manera de dar expresión a mi ambición de unir géneros. No entiendo por qué una novela no puede admitir la poesía, el ensayo y la historia.

Estos dos libros me permitieron indagar en la novela como género total, donde caben poemas, reflexiones y se difuminan las fronteras, quizá con la ambición de hacer una novela poética, concluyó el autor de Poemas pequeñoburgueses (2016).