Editorial
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IMSS, en primera línea contra el Covid-19
E

n la lucha del gobierno y la sociedad mexicana contra la pandemia de Covid-19, hay una institución que sobresale por la magnitud y la constancia de su esfuerzo, así como por su compromiso en la atención de quienes han sido alcanzados por la enfermedad: el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), que el 19 de enero cumplió 78 años enfrentando el que, acaso, sea el mayor desafío de su historia.

Las cifras no alcanzan a reflejar el extraordinario trabajo realizado por el personal sanitario a lo largo de los últimos meses, pero son elocuentes en cuanto al impacto del coronavirus en la columna vertebral del sistema de salud pública.

En entrevista con este diario, el director general del IMSS, Zoé Robledo, desgranó los datos que dan cuenta de la importancia de este instituto: desde el inicio de la emergencia sanitaria, 179 mil personas contagiadas han sido hospitalizadas en la institución, lo cual supone que se ha hecho cargo de 51 por ciento de los pacientes internados, aunque en algunas entidades su contribución ha sido incluso mayor.

Con el fin de atender a este enorme volumen de ciudadanos, contrató a 40 mil 797 trabajadores adicionales, habilitó 18 mil 890 camas para pacientes con Covid-19, otorgó bonos por riesgo a 225 mil trabajadores, y puso en marcha una transformación acelerada de sus instalaciones para adecuarlas al tratamiento del padecimiento provocado por el virus SARS-CoV-2.

A la fecha el Seguro Social ha invertido 28 mil millones de pesos en el combate al nuevo coronavirus, una erogación imprevisible que obligó a posponer la construcción de clínicas y hospitales, entre otros proyectos.

Además del costo financiero, ponerse a la cabeza de los esfuerzos contra la pandemia ha implicado significativos sacrificios: hubo una reducción de 51 por ciento en las consultas de especialidad, de 47 por ciento en las cirugías, de 43 por ciento en la atención de urgencias, de 20 por ciento en las consultas de medicina familiar, entre otros recortes de servicios.

Junto con la labor del personal médico, de enfermería y de todos los trabajadores indispensables para mantener el funcionamiento de los hospitales, lo más destacable de la tarea que el IMSS se ha echado sobre los hombros es que sea capaz de aportar tanto, pese a las décadas de desmantelamiento y corrupción rapaz a las que fue sometido por los gobernantes del ciclo neoliberal. En efecto, el instituto y el resto del sistema de salud pública se vieron obligados a encarar la pandemia con severos déficit de personal, de infraestructura, de insumos y de capacitación, todo lo cual amenazaba con arrastrar al país a un escenario catastrófico que sólo pudo librarse gracias al esfuerzo referido.

En suma, la labor de los 450 mil empleados que integran el Instituto Mexicano del Seguro Social merece el más alto reconocimiento de todos los mexicanos, que deben salir del amargo trance en curso con una renovada conciencia de que la salud es un derecho que no puede ponerse en manos del mercado, sino constituir siempre un bien público y universal.

Asimismo, cabe hacer votos porque las lacras heredadas de administraciones pasadas sean, en efecto, removidas del IMSS, pues éste sólo podrá ofrecer la plenitud de sus capacidades a los ciudadanos cuando el desvío de recursos, el patrimonialismo, el tráfico de influencias y otras formas de corrupción queden definitivamente erradicadas de su quehacer.