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El teatro no ha muerto, la pandemia sólo lo transformó
 
Periódico La Jornada
Martes 3 de noviembre de 2020, p. 7

Juchitán, Oax., La Libélula es un espacio donde el teatro independiente da vida a momentos e instantes en que los actores recrean historias del mundo real; su fundador es Jesús Carranza, un joven de origen zapoteca, quien tras la pandemia por el Covid-19 encapsuló el lugar, que después de ocho meses volverá a revivir.

Esta compañía teatral es una de las dos ganadoras en Oaxaca del concurso nacional que organizó el Centro de las Artes, la Secretaría de Cultura y el Centro Cultural Los Pinos para la reactivación de espacios escénicos.

Para este joven de 28 años de edad, el teatro no ha muerto con la llegada del coronavirus; al contrario, da muestra de estar más vivo que nunca; la pandemia sólo lo transformó, porque el teatro, especialmente La Libélula, están más vivos que nunca.

La Libélula, de origen zapoteca, y La Locomotora, de la capital de Oaxaca, son las dos compañías escénicas oaxaqueñas acreedoras al apoyo de parte de las instituciones culturales del país y que, conforme el semáforo epidemiológico avance a amarillo, se podrán reactivar.

El director escénico explicó que la convocatoria se lanzó a principios de septiembre y se postularon todos los espacios escénicos del país, nuevos y no tan nuevos, de los cuales resultaron ganadores La Libélula y La Locomotora, dos espacios independientes de Oaxaca.

Para Jesús Carranza hacer teatro durante este confinamiento se volvió un reto enorme, porque tiene que ser vivencial y presencial. 

En el momento en que nosotros encapsulamos el teatro en una plataforma digital pierde su esencia y deja de ser teatro para convertirse en algo ambiguo, que no es teatro ni cine. Simplemente son pixeles dialogando con un públi-co, indicó.

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▲ Jesús Carranza, fundador de La Libélula, una de las dos compañías ganadoras del apoyo para la reactivación del teatro.Foto cortesía

A partir de esta idea, Jesús se motivó y buscó cómo reactivar a La Libélula de manera presencial y darle continuidad a dicho espacio, siempre y cuando los lineamientos sanitarios y el semáforo nacional lo permita. 

El teatro es una herramienta que muchas veces se vuelve terapéutica y en su mayoría ha llegado a trascender en el espectador, y genera  algún cambio de manera inmediata o a largo plazo, expresó.

Contribución social

A Jesús le nació el gusto por la actuación cuando tenía 12 años, después de participar en la obra teatral La piedra de la felicidad. Años más tarde, decidió estudiar actuación en el Instituto de Artes de la Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo y hace cinco años y medio regresó a su natal Juchitán.

Explicó que el estado de Oaxaca es rico en cultura y tradiciones, pero que en el tema teatral hace falta mucho; es decir, le parece increíble pensar que compañías extranjeras vengan y hagan teatro en espacios tan prestigiosos, por ejemplo, en el teatro Macedonio Alcalá, cuando pudieran ser ocupados por compañías de teatro locales.

Lo que busco es sembrar la semilla del teatro en Juchitán, pero de forma independiente, que se puedan montar obras de lo que vivimos en la realidad, de la violencia, de la falta de cultura vial, no tanto con teatro con temas regionales y costumbristas, agregó.

Mientras espera que el semáforo amarillo se active en la entidad, Jesús aprovecha el confinamiento y sigue ideando, porque su pasión es el arte y no se ve haciendo otra cosa, es mi vida y mi todo.