Opinión
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Jazz

Pablo Hidalgo Wong 1963-2020

H

ace 10-12 años, y de manera totalmente fortuita, Pablo me vio batallando con un proyector en el Museo de Culturas Populares; se acercó, me dio dos palmadas en la espalda y me preguntó si necesitaba ayuda. Quince o 20 minutos después volteó a verme con una enorme sonrisa y me dijo: No, maestro, aquí necesitamos a un niño. Lo invité a quedarse al acto y me respondió que no, que lo estaban esperando con el auto en doble fila. Así era Pablo.

El maestro, uno de los más grandes flautistas en la historia de nuestro jazz, falleció el 23 de octubre a consecuencia del ELA (esclerosis lateral amiotrófica) que lo fue minando físicamente desde 2017, pero que nunca logró vencerlo ni anímica ni profesionalmente. El lunes anterior Pablo seguía al frente de la Academia de Jazz de la Escuela Superior de Música, dando sus clases de Ensamble, Instrumentación, Composición y Armonía de manera virtual y con la asistencia de un alumno. El martes se sintió realmente mal y se fue a su casa, sabía que había llegado el momento y ya no quiso ir al hospital.

Pablo Hidalgo Wong nació el 25 de diciembre de 1963 en la Ciudad de México. Hijo de Virginia Wong Ávila y Martín Hidalgo Rangel, estudió ingeniería electrónica en la Universidad Autónoma Metropolitana, para después licenciarse en la Escuela Superior de Música como ejecutante de flauta. Entre 1989 y 1990 hizo el curso Estudios de Improvisación en la International Academic Conference in Paris y en 2006 obtuvo la licenciatura en jazz en la Escuela Superior de Música.

Pero el punto neural no era ese impresionante currículum académico; lo que hizo de Pablo Hidalgo Wong un clásico en vida, es que navegaba con la misma soltura en la firme disciplina de la música académica, de cámara, que en las improvisaciones y las espirales (no menos rigurosas, aunque más irreverentes) del jazz. Así lo anotaba esta columna sobre el primer disco de la Wong Gang:

“Por momentos (sobre todo en los primeros instantes del compacto) la Wong Gang pareciera aterrizar en la pulcritud de la así llamada third stream, en la que el clasicismo y el jazz se toman de las sienes para proponer esquemas conjuntos; pero el cuarteto no tarda en bajar al delicioso nivel de la banqueta, argumentando ya con rigor y prudencia, o bien, lanzándose al vacío con la irreverencia y el santo sacrilegio del jazz contemporáneo” (La Jornada 23/12/14).

Pablo recorrió el país entero y varias plazas internacionales con su música. Ya como Pablo Jazz Trío, como Pablo Hidalgo Jazz Quartet, o en el poderoso cuarteto de la Wong Gang: el legado discográfico bajo su nombre es Pablo Jazz Quartet (2002), Un, dos, tres por mí (2004), Martes 13 (2007), From the Edge of Time (2010), Barroco II (2012). Con el grupo Jazz Son 4: Afroamérica (2006), con Wong Gang: Jazzísimo (2014), y con su hermano Daniel, un dúo de piano y flauta recién aparecido: Cómplices.

En From the Edge of Time, Pablo toca, entre otros, tres temas magistrales del compositor estonio Arvo Pärt; en el booklet se lee: De estas influencias e intereses surgió una nueva veta, profunda, esencial, innovadora y sumamente expresiva. Monodia y polifonía, armonías elementales y politonalidad, estatismo apenas vulnerado por recursos minimalistas.

Pablo nos platicaba de su primer disco: En esta grabación te vas a encontrar con distintos estilos de jazz, que van desde cosas tradicionales hasta piezas escritas en estilo contrapuntístico más moderno, o con ritmos de Cuba o Brasil. Las influencias son muchas, Antonio, y posiblemente la lista haría que el folleto no cupiera en el estuche; las principales son Corea, Coltrane, Monk y Hancock. Algunas otras que incluyen la música académica y la salsa se dejarán ver fácilmente, pero dejo que el escucha se divierta encontrándolas.

No sin hacer un amable esfuerzo, Daniel Wong comenta: Fue un gran artista desde demasiados puntos de vista, comprometido únicamente con su arte. Nunca se vendió a la música comercial. Jamás...

Irremediablemente, me llega una imagen de Edmundo Valadés. Al parecer, la muerte tiene permiso. Sólo en tres meses hemos tenido que escribir sobre la muerte de cuatro íconos de nuestro jazz.