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El Presidente, la Biblia y el cubrebocas
A

l presidente le gusta citar la Biblia. Lo hace no nada más por gusto literario, sino que menciona pasajes de la obra para justificar algunas decisiones como titular del Poder Ejecutivo. Lo singular de su caso es que, durante su larga trayectoria política, muy enfáticamente ha expresado admiración por Benito Juárez en cuanto a la decidida lid que dio el personaje por separar la Iglesia y el Estado.

A diferencia de sus recientes antecesores en el cargo presidencial, Andrés Manuel López Obrador sí es lector. Tiene un amplio abanico de lecturas, particularmente le interesa documentarse sobre historia de México y, dentro de la misma, tiene fuerte inclinación por los liberales del siglo XIX. Respecto de la Biblia, en contraste con Enrique Peña Nieto, quien dijo que la Biblia era uno de los libros leídos por él, López Obrador sí deja ver que no solamente lee, sino que ha estudiado bastantes pasajes bíblicos y los toma para normarse ­conductualmente.

Un ejemplo reciente del conocimiento que tiene de la Biblia salió a relucir en la conferencia del 20 de julio. Aseguró que no variará la estrategia de cómo está enfrentando al crimen organizado: Yo sigo sosteniendo lo mismo, a portarnos bien, que sean abrazos, no balazos; eso de que no me va a temblar la mano, el ojo por ojo, diente por diente, la ley del Talión, eso está en el Antiguo Testamento. En el Nuevo Testamento, ya es otra doctrina. Me adhiero a lo que está en el Nuevo Testamento, no coincido con la ley del Talión, si a esas nos vamos, nos vamos a quedar tuertos o chimuelos. Además de haber citado implícitamente Éxodo 21:24 y Mateo 5:38-42, Andrés Manuel evocó el comentario de Mahatma Gandhi sobre la ley del Talión: ojo por ojo y el mundo acabará ciego.

AMLO bordeó un tema que tiene larga historia y un gran número de intérpretes, la imagen del Dios iracundo veterotestamentario que parece contraponerse a la del Dios compasivo y tierno de la encarnación que refleja el Nuevo Testamento. Hay hermeneutas que señalan franca oposición entre uno y otro. Algunos más consideran que no hay contraposición, sino transformaciones en la que llaman historia de la salvación y revelación progresiva. Ésta consiste, según la narración bíblica, en el aumento gradual de la luz hasta llegar a su máxima intensidad en lo que el Evangelio de Juan llama el Verbo encarnado, es decir, Jesucristo. Por lo que dijo, el Presidente no es ajeno a tareas exegéticas y hermenéuticas de los textos bíblicos. Puede que le interese el libro de John Dominic Crossan, Cómo leer la Biblia y seguir siendo cristiano. Luchando con la violencia divina desde el Génesis hasta el Apocalipsis (Editorial PPC, Madrid, 2016).

Nuestro Presidente sostuvo que la política para hacerle frente a la desmedida violencia de los cárteles tiene sustento en enseñanzas del Nuevo Testamento, en consecuencia tal vez podría hacer lo mismo con el uso del cubrebocas. Hay tres pasajes neotestamentarios que podría sopesar para revalorar su decisión de no usarlo, y la repercusión que tal decisión tiene en un gran sector de la población que le reconoce, me incluyo, amplio poder para moldear conductas personales/sociales.

Como bien saben los lectores de la Biblia, y el Presidente lo es asiduamente, Jesús gustaba enseñar mediante parábolas y tomando elementos de la vida cotidiana. En el capítulo 16 del Evangelio de Lucas, conversando con sus discípulos, refirió una historia sobre congruencia/incongruencia, y concluyó: El que es fiel en lo muy poco, también en lo más es fiel; y el que en lo muy poco es injusto, también en lo más es injusto (versículo 10). En otra ocasión, esta vez confrontando a fariseos y escribas, les aclaró que era una falsa disyuntiva oponer el piadoso cumplimiento de las leyes religiosas y hacer a un lado la solidaridad y la justicia social: Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello (Mateo 23:23). Finalmente, los contemporáneos de Jesús creían que actuaban correctamente si no dañaban a otro(a)s, él fue más allá y cambió la norma: Así que en todo traten ustedes a los demás tal y como quieren que ellos los traten a ustedes. De hecho, esto es la ley y los profetas (Mateo 7:12).

Por la posición que tiene Andrés Manuel López Obrador haría bien si hace a un lado la práctica de no usar cubrebocas. Llevar el pequeño artefacto en sus actos públicos sería un poderoso mensaje de que también tiene particular cuidado en los detalles (ser fiel en lo poco). Está bien, como dice el Presidente, que él guarda la sana distancia, pero ello no tiene por qué contraponerse a llevar cubrebocas (hacer esto sin dejar de hacer aquello). Por último, Andrés Manuel daría muestra de solidaridad y compasión (ponerse en los zapatos de otro/as) que, a diferencia de él, no tienen un entorno controlado, sino que deben arriesgarse todos los días y usar el transporte público para ir a sus actividades. Se le conoce como la regla de oro, hacer a otros el bien que deseamos para nosotros.