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Fieles a San Judas cumplen con ritual en medio de la pandemia
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▲ Decenas de devotos de San Judas Tadeo escucharon en el exterior del templo de San Hipólito la misa oficiada a puerta cerrada en el contexto del semáforo epidemiológico naranja de la pandemia de Covid-19.Foto Roberto García Ortiz
 
Periódico La Jornada
Miércoles 29 de julio de 2020, p. 31

No contagiarse de Covid-19, aliviarse de una enfermedad terminal, conseguir trabajo o por el eterno descanso de un familiar, fueron las principales peticiones de cientos de feligreses que acudieron ayer al templo de San Hipólito, que tras cuatro meses de mantener cerradas sus puertas se encuentra en bancarrota y ha dejado de apoyar a alrededor de 500 familias.

Desde temprano, hombres y mujeres con imágenes o estatuas en sus brazos o en la espalda de San Judas Tadeo –considerado por católicos el santo de las causas perdidas– elaboradas de yeso, madera o fibra de vidrio, se dieron cita en el cruce del Paseo de la Reforma y la avenida Hidalgo.

Las 30 mil personas esperadas en el segundo templo con mayor afluencia, después de la Basílica de Guadalupe, no llegaron, aunque la Secretaría de Seguridad Ciudadana dispuso de un operativo de movilidad y de seguridad.

Decenas de vendedores ambulantes aprovecharon la fecha e instalaron sus puestos para ofrecer escapularios, cadenas, ropa, estampas, imágenes, veladoras o comida a los fieles que llegaron en automóvil, taxi, Metrobús, Metro o caminando.

Sin cuidar la sana distancia, la gente se abrió paso para instalarse en la reja de acceso al templo y escuchar la misa, que cada día 28 se ofrece a las 12 horas, pero ahora en la calle, y pedir la intervención del santo para que les conceda un milagro o pagarle una manda.

Desde hace más de una década, Raymundo, José, Hilario, Dagoberto y Rafael se trasladan desde Azcapotzalco, Chimalhuacán, Iztapalapa, Ciudad Azteca y San Cristóbal para pedirle su intervención o pagar una manda, con la entrega de dulces o comida a la gente.

Mary, sin embargo, viajó desde Chalco, no por la fe, sino por hambre, en espera de que los ricos nos den algo de comer, pues desde que inició el chisme de la enfermedad (Covid-19), que no existe, nos quedamos sin trabajo.

Las principales peticiones de los fieles fue aliviarse o no contagiarse de Covid-19, obtener trabajo y salir de la pobreza, precisó Mario González, rector del templo, que está en bancarrota por su cierre, debido a la emergencia sanitaria. Ya no aguantamos, pero seguimos.

Dicha situación ha cancelado los proyectos sociales de distribución de despensas a familias muy pobres, atención a niños y jóvenes en situación de calle y la comunidad de sordos, que suman alrededor de 500 familias, pero no podemos arriesgarnos.

Comentó que pese a tener la posibilidad de abrir, “decidimos no hacerlo porque se nos puede desbordar la gente. Alguna no cree y otra tiene más fe que protección, y no podemos arriesgarla. Confió en que el 28 de octubre, aniversario del santo, la gente pueda ingresar a orar, para lo cual se han cumplido con todos los protocolos.