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Incendios en la Amazonia agravarán crisis ambiental y sanitaria en Brasil
 
Periódico La Jornada
Miércoles 10 de junio de 2020, p. 25

Río de Janeiro. Cuando decenas de miles de incendios se declararon el año pasado en la Amazonia, la mayor selva tropical del planeta pareció más amenazada que nunca. Sin embargo, la inminente nueva temporada de quemas podría ser peor, con problemas potenciados por la pandemia del coronavirus.

En primer lugar, porque el gran número de árboles abatidos puede provocar incendios aún mayores que el año pasado.

Además, porque las humaredas provocarán mayor afluencia en las emergencias por enfermedades respiratorias, en una región donde los hospitales están desbordados por enfermos de Covid-19.

Y finalmente, porque las dos crisis pueden retroalimentarse: la pandemia reduce el personal y los medios para enfrentar los incendios forestales y éstos incrementan los problemas sanitarios.

En agosto del año pasado, los paisajes de la selva en llamas provocaron un clamor mundial de indignación y las humaredas que se desprendían de las zonas calcinadas llegaron a oscurecer el cielo de Sao Paulo, que se ubica a miles de kilómetros de esa área.

El Instituto de Investigación Ambiental de la Amazonia (IPAM) advirtió que las quemas, que se inician en junio con la temporada seca, pueden ser este año mucho más devastadoras.

Los incendios son provocados por agricultores y criadores de ganado ilegales, que limpian de ese modo el terreno tras la tala.

El año pasado, ese proceso quedó sin terminar, debido a que el gobierno, bajo fuerte presión interna y externa, envió al ejército para controlar los incendios.

Un área deforestada de por lo menos 4 mil 500 kilómetros cuadrados en la Amazonia, equivalente a tres veces el municipio de Sao Paulo, está lista para la quema, escribe el informe del IPAM.

La deforestación de la Amazonia brasileña totalizó mil 843 kilómetros cuadrados en los primeros cinco meses de 2020, según datos de observaciones por satélite, con lo cual los 4 mil 500 ya listos para convertirse en cenizas podrían duplicarse hasta agosto, según estimaciones de científicos citadas por el IPAM.

Si se quemara solamente 60 por ciento de esa superficie, tendríamos una temporada de incendios similar a la de 2019. Y si se quemara ciento por ciento, asistiríamos a una calamidad sanitaria sin precedente en la región amazónica, que agravaría la provocada por el Covid-19, añade.

Los incendios del año pasado levantaron una oleada de críticas contra el presidente Jair Bolsonaro, un escéptico del cambio climático que pretende legalizar las actividades agropecuarias y mineras en áreas protegidas de la Amazonia.

El mandatario inicialmente minimizó la magnitud de los incendios que devastaban la zona en una prolongada temporada seca con altas temperaturas.

Finalmente, decidió enviar el ejército y la estrategia dio resultado, al menos en el corto plazo.

En muchas zonas donde he trabajado sólo falta quemar, pero la floresta ya fue derribada. Entonces la historia puede verse desde otro ángulo: ¿cuándo la quemarán?, comenta Erika Berenguer, especialista en temas amazónicos de las universidades de Oxford y Lancaster.

Si se quema ahora toda esa área tendremos enfermedades respiratorias provocadas por la humareda y el Covid-19. ¡Una porquería de situación!, exclamó Berenguer a la agencia de noticias Afp.

Brasil, que posee 60 por ciento de la selva amazónica, es el tercer país con más número de muertos por la pandemia del nuevo coronavirus.

La región amazónica fue particularmente golpeada por la enfermedad; sus hospitales están desbordados y las poblaciones indígenas están particularmente expuestas a las dolencias traídas del exterior.

El estado Amazonas, con una superficie que triplica la de España, cuenta apenas con una unidad de cuidados intensivos en su capital, Manaos.

Los servicios municipales se vieron obligados a proceder a entierros en fosas comunes y a conservar cadáveres en camiones refrigerados en espera de la inhumación.

La pandemia redujo además la capacidad para frenar la deforestación.

Mientras el personal de salud y las fuerzas policiales se dedican a combatir el virus, los bandidos siguen sin estar en cuarentena. Hay un descontrol en este asunto, vinculado a la crisis del Covid-19, declaró al diario O Globo el director del IPAM, André Guimaraes.