Política
Ver día anteriorJueves 23 de abril de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Pandemia
Tianguis no respetan reglas en venta de comida
Foto
▲ Comerciantes establecidos en los mercados señalan competencia desleal de los tianguis, ya que ahí la gente puedan seguir echándose unos taquitos.Foto José Antonio López
 
Periódico La Jornada
Jueves 23 de abril de 2020, p. 5

María Elena Hernández tiene 73 años y vende pancita en el mercado de Santa Fe. Su vida no conoce otro signo que el trabajo. De niña y joven aprendió a fabricar esferas navideñas en su natal Tlalpujahua. En octubre próximo cumplirá 33 años con un pequeño puesto de comida.

Ay, criatura, pero no creo que llegue, dice, con la soltura que le da la convicción de que la lengua no es para estar quieta y una lista de padecimientos que, además de la edad, la colocan en la población de riesgo en esta pandemia.

El puesto de la señora Hernández es vecino del gancho del mercado: tres afamados locales de tlacoyos en los cuales incluso el martes, día D de la pandemia en territorio nacional, hubo filas. Sin Susana y en general sin cubrebocas.

El Banco de México informa, para poner el escenario adecuado a la fase 3, que el coronavirus nos traerá, para este primer semestre del año, la contracción en el producto interno bruto, que será mayor a 5 por ciento anual.

Doña María Elena no necesita ese dato para saber que las cosas marchan muy mal. Ella agradece ser vecina de los puestos de tlacoyos porque, gracias a ellos, nunca le falta clientela. Poquito, pero seguro, dice.

Pero pasada la una de la tarde no tiene siquiera eso. Un muchacho vino y me pidió que le vendiera cinco pesos de caldo, eso es todo lo que llevo vendido.

Unos pasos más allá, Alberto atiende El paisa de Polanco, un puesto de tacos de birria y cabeza. Destaca un letrero en una de las esquinas del negocio: Se regala comida para la gente que necesite. Dice Alberto que sí se ha acercado gente a pedirle taquitos.

El paisa de Polanco ha levantado las sillas. En teoría, los negocios de comida sólo pueden vender para llevar. Pero en el mercado de Santa Fe hay varios puestos que ofrecen mesa a su clientela. La escena no es exclusiva del mercado en una colonia popular, pues para ver personas que taquean codo con codo se puede uno asomar a cualquier tianguis en las clasemedieras Narvarte o Del Valle, por ejemplo. Al lado del letrero de sólo para llevar, claro.

Alberto tiene una queja sobre el particular: dice que para los comerciantes establecidos de los mercados es competencia desleal que en los tianguis puedan seguir echándose unos taquitos.

La autoridad no está haciendo su trabajo, dice Alberto, y ejemplifica con los policías. Pasan con su mensaje de #QuédateEnCasa y al rato los ves a ellos mismos comiendo en otro establecimiento, sin ninguna medida.

Los comercios aledaños muestran el acatamiento desigual de las recomendaciones. Un tercio ha bajado las cortinas, pero hay negocios de venta de ropa, estéticas, refaccionarias y talleres automotrices que siguen abiertos, como a todo tren continúa la venta de chupe afuera de las tienditas tanto en el pueblo de Santa Fe como en Jalalpa, una de las zonas rudas de las barrancas de Álvaro Obregón.

En este formicario de la desigualdad mexicana, Silvia Morales, quien vende muebles y aparatos usados mira su negocio cerrado y, desde el mismo punto, varios grandes edificios con departamentos millonarios (en dólares): “El domingo pasado nos mandaron 10 patrullas en lugar de despensas, y ya no podemos abrir… Vea cómo anda uno, no alcanza ni pa’ frijoles”.

En los límites entre los dos Santa Fe está Mi oficina, una taquería de 24 horas. Su encargado, Víctor Hugo Calzada, reconoce que su patrón (son nueve empleados) ha sido buena onda, les bajó el salario, pero no ha despedido a ninguno Lo hemos platicado con él, y la idea es que subsistamos todos.

Es la hora de la comida y en el buen rato que conversamos apenas llegan dos clientes.

–¿Cómo es normalmente a esta hora?

–Uy, teníamos carros hasta en triple fila.

Como en toda zona popular, en el rumbo hay una sucursal de Elektra, la cadena propiedad de ese enemigo de la salud pública llamado Ricardo Salinas Pliego.

Más allá de Javier Alatorre, se entiende que ahí sigan los empleados, la carpa y las bocinas de otro de los negocios del magnate: Totalplay.

La tienda es uno de los lugares más vivos de la zona, y no hay de otra, claro, cuando uno se entera que los directivos de esa empresa han dicho a sus empleados (y esta frase proviene de un familiar que padece a uno de ellos) cosas como: el Covid es un invento para manipular a la gente.