Política
Ver día anteriorLunes 13 de abril de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
Pandemia

Confinamiento genera ambientes familiares violentos

Encierro podría ampliar la brecha de desarrollo en niños
Foto
▲ Algunos usuarios del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México toman todo tipo de medidas de precaución para evitar contagiarse de Covid-19.Foto María Luisa Severiano
 
Periódico La Jornada
Lunes 13 de abril de 2020, p. 5

El juego, oficio nato de los niños, se vio limitado brusca y súbitamente por el confinamiento ante la pandemia del Covid-19.

Para quienes atraviesan la etapa prescolar esto podría tener consecuencias, pues en esa edad ellos necesitan un despliegue de movimiento, y es lo primero que se les ha restringido: su naturaleza lúdica, apunta Emilio Lomé, investigador y difusor de arte y cultura infantil, escritor y compositor.

Preocupación similar expone Liliana Osorio, supervisora de zona de prescolar en Querétaro: Ellos requieren espacios para desfogar toda su energía tanto en la experimentación como en la búsqueda, las preguntas... y todo ese universo se les complica ante esta nueva situación.

Frente al distanciamiento obligado de sus amigos y sus familiares más entrañables, los largos días sin asistir a la escuela y el deber de quedarse en casa, podría surgir un ambiente familiar difícil y aun violento para estos niños.

Y no sólo eso, los especialistas temen se ahonde la brecha de desigualdad de desarrollo y aprendizaje por el desequilibrio en el acceso a los materiales y tareas dispuestas por las autoridades educativas.

Llaman la atención sobre el entorno familiar de los pequeños en estos días, pues más allá de hogares donde los padres estén eventualmente en una fase de ansiedad, puede haber muchos más donde hayan perdido el empleo u otros obligados a laborar. Plantean el acercamiento a los pequeños como única opción. Es el momento de rencontrarnos con nuestras tribus. En muchos casos, literalmente, los niños van a conocer a su familia y en otros los papás se darán cuenta incluso de que su hijo ya habla.

Es un asunto complejo, porque los padres hemos dejado lo esencial en manos de la escuela y si bien ésta es fundamental, no es nada sin la familia. Desde el puesto de la sociedad donde estés, siempre es la tribu la que enseña a vivir, apunta Liliana Osorio.

Emilio Lomé ubica los extremos donde se desenvuelve la primera infancia: existen diversas condiciones socioeconómicas, pero algo indudable es que el adulto modela a los niños. Y en esta situación de encierro puede estar desde el padre que les da alternativas divertidas, hasta aquel ambiente de pobreza donde el encierro puede tornarse en un ambiente dañino. Se menciona mucho el riesgo de agresión hacia la mujer, pero no se alude a que esto también puede ocurrir a los infantes: estar en el mismo espacio que su agresor.

Por su trabajo con comunidades infantiles Lomé lamenta que la mirada del niño frente a la tragedia, las crisis, es poco valorada. Se le coloca en un plano de invisibilidad. Y por desgracia es un fenómeno que se ha normalizado.

Propone voltear, estimular la cultura y el arte para apuntalar las habilidades socioecomocionales de los infantes. El arte está dándonos la salud mental en este encierro. Sobre todo vía Internet, la gente está encontrando en los cuentacuentos, la música, los programas, las editoriales, una alternativa. Representan la gran medicina social si bien el sistema educativo formal no considera suficientemente la capacidad de resiliencia que pueden significar ante cada situación difícil.

Coincide Liliana Osorio. Frente a la suspensión de clases presenciales se diseñó un programa precipitado que no consideró que en muchas comunidades no hay conexión a Internet e incluyó además un cúmulo de tareas caóticas. Es tiempo de repensar todo, indican ambos, porque al regresar podría verse una gran distancia entre quienes lleguen bien preparados porque tuvieron condiciones, y aquellos de escasos recursos sin opciones en esta etapa.