Opinión
Ver día anteriorLunes 2 de marzo de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
México SA

Gastón Azcárraga, en la mira // Aerolíneas: apesta a podrido

B

eneficiado y protegido por cuando menos los últimos cinco gobiernos (Salinas, Zedillo, Fox, Calderón y Peña Nieto), parece que, por fin, Gastón Azcárraga Andrade pagará por sus tropelías, entre las que se cuenta la amañada quiebra de Mexicana de Aviación, en 2010, y las terroríficas consecuencias para los 8 mil 500 trabajadores de la aerolínea, que de la noche a la mañana dejó en la calle, mientras él, impune y cómodamente se fue a vivir a Nueva York, con la garantía de que la justicia mexicana no lo tocaría ni con el pétalo de una rosa.

La de Azcárraga Andrade es una de tantas historias de saqueo amparadas en la siniestra relación político-empresarial que tanto daño han causado a México. Tras la amañada quiebra de la aerolínea, el aparato de procura-ción de justicia tardó cuatro años en girar orden de aprehensión contra el empresario, sólo para que, poco antes de concluir el sexenio peñanietista, simple y llanamente la cancelara.

Sin embargo, 10 años después del saqueo, para el barón hotelero la cárcel está cada vez más cercana, pues el segundo tribunal unitario en materia penal de la Ciudad de México ratificó la orden de captura contra el ex presidente del consejo de administración de Mexicana de Aviación, Gastón Azcárraga (presidente del Consejo Mexicano de Hombres de Negocios cuando Fox le regaló la línea insignia de la aviación nacional), acusado de lavar 198 millones de pesos de la venta de acciones de la aerolínea, declarada en quiebra. ( La Jornada, César Arellano).

Al respecto, el presidente López Obrador dijo: nosotros siempre denunciamos estas operaciones que se hicieron en los últimos años, en este caso fue en el sexenio de Vicente Fox (diciembre de 2005). Se entregó Mexicana, se privatizó y el beneficiario fue este señor, Gastón Azcárraga. Sin duda fue apoyado por el gobierno de Vicente Fox; entre otras cosas, durante su campaña, el panista siempre se hospedó en el hotel de Gastón Azcárraga. Algo parecido sucedió después del fraude de 2006, quienes habían ayudado en el fraude que eran, en ese entonces, representantes del sector empresarial, recibieron Aeroméxico; o sea, en un sexenio entregaron Mexicana y en el otro sexenio, Aeroméxico. Se enojan mucho, porque hablo de estas cosas, pero ni modo que nos olvidemos de cómo se dieron estas privatizaciones.

Así es: Salinas reprivatizó Mexicana de Aviación (también Aeroméxico, con el defraudador Gerardo de Prevoisin como cabeza visible, quien aportó 8 millones de dólares a la campaña de Ernesto Zedillo); ya en la Presidencia, éste la rescató (junto con Aeroméxico, vía Fobaproa); Fox la volvió a privatizar (un regalo en realidad, y no sólo por el precio –165 millones de dólares–, sino porque se la regresó a la misma familia que la quebró, la de Azcárraga); Calderón protegió a Gastón Azcárraga (además, reprivatizó Aeroméxico, mientras su secretario del Trabajo, Javier Lozano, destazaba los contratos colectivos de la aerolínea) y le permitió todo tipo de pillerías, y Peña Nieto lo mantuvo impune, le canceló la orden de aprehensión (Alberto Elías Beltrán, encargado de la PGR) y a los trabajadores de Mexicana de Aviación los mantuvo en la calle, en el más amplio sentido de la palabra. Un estercolero, pues.

A lo largo de los años, miles y miles de millones de pesos del erario fueron destinados al circuito privatización-estatización-rescate-reprivatización de las líneas aéreas nacionales, sólo para que al final de cuentas todo ese dinero se perdiera y fuera facturado a los de siempre, los mexicanos, que a estas alturas lo siguen pagando sin tener vela en el entierro.

Las rebanadas del pastel

El presidente López Obrador abre una puerta para los trabajadores de Mexicana de Aviación: no se descarta una cooperativa, que puedan ellos tener permisos; nosotros damos las concesiones a los que fueron víctimas de despidos injustificados o de estas quiebras injustificadas para afectar el patrimonio, tanto del país, de la hacienda pública, como el trabajo y el patrimonio de los trabajadores.