El titular de la Comisión de Administración y Procuración de Justicia del Congreso local, Eduardo Santillán Pérez, de Morena, informó que en dos semanas estará listo un dictamen de iniciativa de ley del registro de agresores sexuales que envió la jefa de Gobierno, Claudia Sheinbaum Pardo, una vez que se recibió la opinión favorable de la Comisión de Igualdad de Género.

El diagnóstico de la Fiscalía General de Justicia sobre delitos sexuales, contenido en el Plan de Política Criminal 2020, documenta que desde el inicio de esta administración al 26 de enero se han abierto 6 mil 516 carpetas de investigación por violación, abuso y acoso sexual, y considera esas conductas como un grave problema de salud y de quebrantamiento de los derechos humanos de niñas y mujeres.

Santillán explicó que en la elaboración del dictamen se han realizado consultas con organizaciones, Poder Judicial y en derechos humanos, transparencia y protección de datos personales con el fin de que el proyecto cumpla con las condiciones de constitucionalidad y convencionalidad para ser aprobado.

El diagnóstico de la fiscalía en el apartado de violencia contra las mujeres refiere, además, que en ese periodo se iniciaron 140 carpetas de investigación por homicidios dolosos en contra de mujeres y 74 por feminicidio, e incluye violencia familiar, dado que de las 22 mil 510 que se abrieron, 81.58 por ciento de víctimas son mujeres adultas, 4.20 niñas y 3.22 adolescentes.

El dictamen de opinión aprobado en la Comisión de Igualdad de Género, que preside Paula Soto, coincide con la titular del Ejecutivo local en que los delitos sexuales deber ser atendidos con prontitud y con todos los instrumentos que el gobierno de la Ciudad de México tenga a su disposición ante el significativo incremento de la violencia hacia las mujeres.

Considera que el registro es una herramienta pública que contribuye a la prevención de los delitos sexuales, permite visibilizar la violencia en la ciudad para que la atención que se le otorgue tenga mayor eficacia y rompe con la costumbre cultural de encubrir y tolerar a los agresores sexuales.