e visionaria y adelantada a su tiempo la calificaron durante su larga existencia. Eso y mucho más es Charlotte Perriand (1903-1999), la mujer que marcó toda una época especialmente en la vida artística de Francia. Para recordarla, en el magno edificio que Frank Gehry creó para sede de la Fundación Louis Vuitton en París se ofrece una retrospectiva que muestra el papel clave que Charlotte jugó en el arte, la arquitectura y el diseño.

Además, este homenaje es ocasión para exhibir 400 obras maestras de quienes colaboraron o fueron amistades cercanas de ella: Le Corbusier, Fernand Léger, Joan Miró, Alexander Calder, Georges Braque, Sonia Delaunay, Hans Hartung y Pablo Picasso, entre otros.

Si algo llama la atención en los trabajos de Charlotte es la actualidad de su obra, que se inspiró en no pocas ocasiones en la naturaleza, en especial en las montañas. Y lo que ella pensaba sobre el papel que juega la mujer en la sociedad y en el arte que, dijo, ‘‘más que un simple objeto de placer, es la punta de lanza de profundas transformaciones en la sociedad del mañana’’.

Perriand consiguió sobresalir en un mundo todavía muy dominado por los hombres. Discípula de Le Corbusier, junto con él contribuyó al desarrollo de un nuevo concepto del diseño de muebles y espacios que destacan por su elegancia y funcionalidad.

Algunas de sus mejores ideas creativas fueron resultado de sus viajes, entre ellos a Brasil y especialmente a Japón. Militó en favor de la República española y contra el fascismo y el nazismo. Y siempre dijo que era necesario entablar un diálogo entre las diversas culturas del mundo.

La compañía italiana Cassina, única autorizada para fabricar el mobiliario diseñado por Perriand, reconstruyó para este homenaje algunos de sus trabajos más destacados, como las casas de México y Túnez en la Ciudad Universitaria de París.

Con el tiempo se ha hecho realidad lo que sostuvo siempre Perriand: ‘‘El arte está en todo, el arte está en la vida y se expresa en cada ocasión y en cada país’’.