Opinión
Ver día anteriorLunes 3 de febrero de 2020Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
Aprender a morir

Repararse y reparirse

U

n lector comparte: Fui despedido después de 19 años de labor ascendente en una empresa familiar, tras un asalto por el cual estuve dos meses y medio en incapacidad debido a la golpiza que me propinaron. No pude asimilar este trago amargo por ser mi familia la que me daba la espalda. No fueron capaces de darme ni un peso por los años en que me aboqué de forma diligente en aportar mi trabajo honesto, esfuerzo y logros.

Caí en depresión; se agudizó en un proceso de trastorno bipolar tipo I. Fue una debacle, perdí absolutamente todo, hasta la relación con mi hija, que vive con su madre. Es lo que más me ha dolido. Desaté ira hacia mi familia por comportarse de esa manera. En la etapa más aguda del trastorno bipolar bebí alcohol de manera desenfrenada y hasta probé cocaína. Mis libros, cuadros, muebles, enseres domésticos, autos, todo lo perdí. Hasta el momento en que mi ex cónyuge interrumpió la convivencia con mi hija, porque también a ella apunté mi ira por su antecedente de alienación parental, tomé conciencia de lo pasado. Dejé voluntariamente de beber alcohol desde el 31 de mayo pasado, acudí a un siquiátrico por dos meses y comparto un cuarto con cuatro estudiantes.

En un principio no aceptaba esta realidad ni lo injusto de lo que me estaba pasando y hasta tuve ira con Dios. Aún no puedo comprender cómo mis padres fueron capaces de darme una patada de esa manera. En fin, no era algo nuevo, anteriormente había acudido con una terapeuta cognitivo conductual y mi incesante lucha era dilucidar por qué mi familia era disfuncional, apática, mojigata e hipócrita, mi papel de chivo expiatorio, etc. Más allá del tratamiento con el siquiatra, el cual es distante y poco sensible, lo que más me ha ayudado es la labor de aceptación y reconstrucción que he abordado con la sicóloga. Me ha ayudado a hacerme consciente de que no es que sea justo o no, sino aceptar que así es. Y bueno, tomo al toro por los cuernos sin rencor, amargura ni resentimiento hacia cuantos me dieron la espalda. Tengo vida y, como usted dice, es vivir cada día como un nuevo capítulo. Hago todo mi esfuerzo por colocarme en una actividad profesional omitiendo que era empresa familiar, ya que es un estigma absurdo que estoy superando y reforzando mis habilidades en ventas industriales; procuro asimismo restablecer lazos con mi hijita (11 años) y renacer como ser humano.