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Veinticinco años de la erupción del Popo
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l 21 de diciembre de 2019 se habrá cumplido un cuarto de siglo del inicio del periodo eruptivo más reciente del volcán Popocatépetl. El país y los pueblos en riesgo han cambiado en muchos sentidos, pero el incremento del riesgo eruptivo y del deterioro social y ambiental de la región volcanera difícilmente pueden ponerse en duda. El gobierno actual no ha enfrentado adecuadamente el problema de la generación y manejo de riesgos a desastres; por el contrario, envió la dirección de Protección Civil a la Secretaría de Seguridad Pública –con el consabido ajuste hacia la mentalidad policiaca– y no ha mostrado programa alguno para enfrentar la construcción de condiciones desastrosas.

En materia ambiental y social, sin embargo, se abre la esperanza de contener y aún revertir una parte del deterioro mediante el programa Sembrando Vida, que ha demostrado ser capaz de conseguir que los campesinos restauren sus parcelas plantando árboles maderables y frutales y estimulando las producciones de alimentos con principios de sostenibilidad y prosperidad social, como se ha demostrado en este primer año de actuación. Pero la incursión territorial será inicial solamente, porque abarcará cinco de los 40 municipios que comprenden la zona de la Sierra Nevada.

Víctor Toledo Manzur ha hecho una fuerte denuncia de las condiciones que le hacen calificar muchas zonas del país como en emergencia ambiental. Pero no ha mencionado esta parte, quizá porque lo que aquí ocurre es un proceso de lento impacto aún no evaluado completamente. Este espacio natural abastece de agua a unos 15 millones de mexicanos, su capacidad de captar carbono es enorme y, por lo tanto, provee de oxígeno a un considerable porcentaje de habitantes. El saqueo de sus productos es constante y nadie hace nada para evitarlo: madera, piedra, arena, pómez, tierras de monte y de hoja, y flora y fauna de la mayor importancia mundial; la erosión de los suelos es galopante y con este proceso se reduce drásticamente la capacidad de infiltración de agua y la recuperación vegetal. Los investigadores universitarios denunciaron hace poco que se localizó a un grupo de japoneses que pagaron 50 mil dólares por un kilo de un cierto tipo de hongo. Un consistente grupo de estudiosos de las principales universidades que trabajan en la zona, ligados a las comunidades campesinas, han solicitado a Toledo una reunión para ofrecerle una propuesta de solución a estos problemas, pero ésta aún no se ha podido establecer.

Otro punto del deterioro acumulado es el comportamiento de los habitantes de las faldas montañosas. Para empezar, el desaforado crecimiento urbano ha hecho desaparecer enormes áreas de reserva natural indispensable no sólo para los ecosistemas en general, sino para los propios asentamientos humanos que los invadieron. En Puebla hay incrementos de hasta 300 por ciento en ciertas poblaciones, pero en el estado de México la situación es mucho peor, merced a las políticas voraces de los cárteles inmobiliarios prohijados por Arturo Montiel, Enrique Peña Nieto y los gobernantes subsecuentes.

La descomposición comunitaria es un dato muy alarmante. La corrupción de los comisariados ejidales y de bienes comunales permiten tanto el saqueo de los recursos naturales como el inadmisible cambio de uso el suelo. La penetración de la delincuencia no ha podido frenarse y la multiplicación de usuarios de drogas no parece tener límites, haciendo que los niños a partir de nueve años sean enganchados primero como consumidores y después como vendedores. Aquí, la estrategia de trabajar en un programa contra las adicciones desde un punto de vista no represivo es una esperanza real; ojalá la Secretaría de Salud logre aplicar el programa Juntos por la Paz para enfrentar esta descomposición que en ocasiones se antoja irremediable.

La peor aberración hecha por los gobiernos pasados fue desarrollar el Proyecto Integral Morelos, construyendo un gasoducto por las faldas del activo volcán e instalando una gasoeléctrica en la parte sur del cono. Una acción del gobierno de Fox fue la creación del Programa de Ordenamiento Ecológico y por Riesgo Eruptivo, pero ya estaba en marcha este proyecto neoliberal a la mexicana que amenaza con multiplicar los asentamientos humanos de la peor manera bajo el que sin duda es el volcán asociado al mayor riesgo poblacional en el mundo. Las instalaciones están allí y si, como se ha dicho, el problema del agua para el enfriamiento de la planta está solventado bajo la tutela de la Unesco, habría que revertir la autorización de la Comisión Reguladora de Energía para que el producto transportado pueda ser distribuido a lo largo de su trayecto y así contribuya de manera demencial al crecimiento urbano.

Como se ve, no se trata de un problema eruptivo sino de una acción integral para poder coexistir con una naturaleza al mismo tiempo generosa y amenazante.