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Economía moral

Tibor Scitovsky (1910-2002), padre de la interdisciplina sicología-economía

S

e considera usualmente a Richard Thaler, Premio Nobel de Economía 2017, como el padre fundador de la economía conductista. En su libro Misbehaving: The making of behavioral economics (2015), no cita al verdadero padre de esta subdisciplina: Tibor Scitovsky (TS). En cambio, Richard Layard conocido autor en el campo de la felicidad o bienestar subjetivo, en Happiness: Lessons from a New Science (2005, 2011) dice:

“Si nuestras metas son muy bajas, nos aburrimos. Pero si son muy altas, nos frustramos. El secreto es tener metas exigentes, pero no demasiado exigentes. Metas inalcanzables son una causa conocida de la depresión, pero también lo es el aburrimiento. En los años 70 el economista Tibor Scitovsky escribió un libro llamado The Joyless Economy (La economía triste o sombría) en el cual trató de explicar por qué tanta gente era infeliz, aunque tuviera mucho dinero. Su explicación fue aburrimiento. Habían escogido confort en vez de estimulación. Habían fracasado en encontrar intereses activos en qué involucrarse fuera del trabajo… Tanto Keynes como Bertrand Russell consideraron que, una vez que la escasez hubiese sido superada, el aburrimiento sería el más grande peligro humano” (pp.73-74).

El libro de TS que cita Layard, publicado en 1976, con una segunda edición en 1992, por Oxford University Press, fue traducido (de la primera edición) al español por el Fondo de Cultura Económica, con el título Frustraciones de la riqueza. La satisfacción humana y la insatisfacción del consumidor (1986). TS fue profesor emérito de economía en la Universidad de Stanford. En 1996 la revista Critical Review dedicó un número completo al libro de TS, que cumplía 20 años; incluye textos de Amartya Sen, Albert O. Hirschman y del propio TS, además de otros autores menos conocidos. En el prefacio a la segunda edición, TS dice que su libro analizó la sicología de la motivación y satisfacción

“humana para explicar la paradoja de por qué treinta años de prosperidad ininterrumpida habían dejado a sus beneficiarios insatisfechos. Además, saber lo que nos motiva, cuáles son nuestras necesidades, y cuál necesidad insatisfecha explica la decepción incluso entre los opulentos, es necesario para entender plenamente por qué nuestra juventud y los desempleados pobres incurren tan fácilmente en las drogas, por qué aumenta la violencia, e incluso ayuda a explicar el deterioro del medio ambiente. La decepción a que me refiero es el aburrimiento: la necesidad de la gente de mantenerse ocupada y su fracaso en encontrar el estímulo adecuado para lograrlo”.

TS explica que el aburrimiento sólo afecta a quienes tienen más ocio (tiempo libre) que el que saben qué hacer en él. Es decir, el problema es el tiempo libre en el que no sabemos qué hacer. La civilización consiste, dice TS, en generar actividades estimulantes (distintas a la violencia y al trabajo extenuante), y desarrollar las habilidades para ejercer y disfrutar tales actividades en el tiempo libre. Pero hace notar que, desafortunadamente, las actividades benignas más estimulantes son usualmente las que requieren también las habilidades mayores y la perseverancia, mientras que las personas más ávidas de estímulos fuertes son, rara vez, las más capaces y dispuestas a adquirir las habilidades y la disciplina para su disfrute. En el mismo prefacio narra el argumento del libro que el gusto excesivo por el confort priva a la gente de algunos de los placeres de la vida, y dice: “añadiría ahora que también daña el medio ambiente. El confort parece ser la fuente de satisfacción humana más costosa en términos de recursos no renovables y degradación ecológica del planeta”. Los estadunidenses, dice, consumen más del doble de energía y generan más del doble de basura por persona que los suecos, noruegos y suizos que están tan bien como los estadunidenses, pero cuyos estilos de vida no ponen tanto énfasis en el confort.

Albert O. Hirschman (1915-2012), AOH, uno de los pocos economistas del siglo XX que fue también un destacado intelectual, en su artículo en Critical Review de 1996 (Melding the public and private spheres), señala que el libro de TS es un nuevo y muy original análisis de la satisfacción e insatisfacción del consumidor. Fue escrito en las secuelas de las revueltas estudiantiles e influyó mucho en mí. Cita la pregunta de TS: ¿Podría ser que buscamos nuestra satisfacción en las cosas equivocadas o de manera errónea, y quedamos insatisfechos con el resultado?, y comenta: “Esta pregunta contradice el enfoque económico tradicional, de acuerdo con el cual los consumidores saben lo que es bueno para ellos y calculan, como expertos, cómo maximizar su satisfacción. Pero Scitovsky rechazó esta tradición apologética y dedicó sus primeros capítulos a… exploraciones esclarecedoras de la sicología individual” (p.535). Añade AOH:

“Para mí la distinción más interesante que desarrolló fue la de confort y placer. Los impulsos humanos para mitigar el dis-confort (la falta de confort) y lograr el confort generan placer de dos maneras. Primero, el placer se genera por repetidos desplazamientos del dis-confort al confort (por ejemplo, del hambre a la saciedad). Segundo, el placer ocurre también cuando nos movemos de la inactividad o aburrimiento a la actividad renovada, como resultado de varios tipos de estimulación. En el grado en que los países se vuelven avanzados y opulentos, el primer ingrediente del placer –el tránsito del dis-confort al confort– se reduce o se mantiene a raya; por tanto, la estimulación debe convertirse en una fuente más grande de placer. Pero con la gente estando apenas consciente del contraste entre el placer y el confort, persiguen este último a expensas de la estimulación y sufren una deficiencia de placer total. Terminan en la ‘economía sombría’ de Scitovsky”. ( Ibíd).

En el prefacio a la primera edición, TS dice que los economistas han sentido siempre que no deben meter sus narices en los gustos y motivaciones de los consumidores. En vez de ello, los “economistas ven la conducta del consumidor como reflejo fiel de sus preferencias y, a la inversa, ven sus preferencias como reveladas por su conducta. Este supuesto, junto con sus implicaciones, se conoce como la teoría de las preferencias reveladas… Considero este enfoque como no científico… El enfoque científico es, para mí, observar la conducta… con el propósito de encontrar, en tales observaciones, las regularidades, los elementos comunes, las contradicciones aparentes y la resolución de tales contradicciones que, entonces, se vuelven los fundamentos de una teoría para explicar la conducta. Éste ha sido el enfoque de la sicología conductista… La teoría de los sicólogos es extraordinaria, pues cada afirmación que hacen está respaldada por evidencia experimental. Cito ejemplos a medida que avanzo. Esos ejemplos muestran que la teoría sicológica es mucho más realista y convincente que el supuesto de los economistas de conducta racional absoluta”. La importancia del libro La economía sombría de Tibor Scitovsky amerita seguirlo analizando en las próximas entregas de Economía Moral.

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