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Desde otras ciudades

Las tumbas en Jerusalén, el privilegio para los que viven en Israel y un lujo para los demás

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▲ Panorámica de la bella Jerusalén, donde confluyen las tres religiones más numerosas del mundo.Foto Afp
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as tumbas llegan al techo de los túneles, a 16 metros de altura. Como panales de abejas, los nichos en los que se entierran a los muertos en este nuevo cementerio subterráneo en Jerusalén se alinean unos sobre otros a lo largo de tres pisos.

Los dolientes acceden a las tumbas superiores por escaleras, ascensores y galerías.

Este es un nuevo método de entierro en el que se utiliza el menor espacio posible para cementerios, explica Hananya Shahor, director de la Sociedad Funeraria Judía de Jerusalén, quien comenzó hace cinco años con este proyecto.

Actualmente hay 8 mil tumbas disponibles, pero el proyecto prevé un total de 23 mil, tres cuartas partes estarán dentro de las paredes y el resto como tumbas clásicas en el suelo, detalla el rabino de 65 años.

Al año mueren en Israel unos 40 mil judíos, cuya religión no prevé la cremación o la reutilización de una tumba. La resurrección forma parte de la fe judía y hasta que llegue ese momento, no debe ser perturbada la paz de los muertos.

El temor de Shahor es que dentro de 500 a 600 años haya escasez de espacio en el pequeño Israel, con 9 millones de habitantes. El cementerio subterráneo ayuda a resolver el problema de espacio en Jerusalén.

Actualmente el campo subterráneo consta de un túnel longitudinal y otro transversal. En los cruces de las intersecciones cuelgan bolas de vidrio gigantes de color rojo y amarillo brillante, diseñadas por el artista alemán Yvelle Gabriel.

Quiero llevar la luz a la oscuridad, eso es importante, señala Gabriel. No está oscuro aquí dentro, pero pensamos que bajo la tierra necesitamos una conexión con el sol, con la fuerza de la vida, cuenta el artista de 50 años, que vive con su familia en la ciudad alemana de Weilburg.

La construcción del cementerio tiene un costo de 70 millones de euros (76 millones de dólares). El proyecto, que no recibe aportes del Estado israelí o de la ciudad de Jerusalén, se financia sobre todo al vender tumbas a judíos de todo el mundo que quieren ser enterrados en esta ciudad.

Una tumba para un extranjero cuesta alrededor de 50 mil euros. Los habitantes de Jerusalén no pagan nada.

Las tuberías plateadas debajo del techo aseguran una ventilación adecuada, mientras que las lámparas proporcionan una luz cálida para leer oraciones. El suministro de luz y aire será regulado a través de detectores de movimiento.

En la profundidad también habrá conexión de Internet. Aquí llegó el siglo XXI, remarca con orgullo Shahor. El director de la Sociedad Funeraria Judía destaca que el proyecto es único, al menos en el mundo judío.

Dpa