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Despertar en la IV República

Teorizar el fraude electoral

E

n su último libro (El poder corrompe) Gabriel Zaid se pregunta por qué no ha surgido una ciencia de la mordida: tenemos materia prima fundamental, talento práctico, interés en la teorización, pero no se ha dado el paso para convertirla en una ciencia. La gente prefiere hablar del tema en las sobremesas, todos estamos de acuerdo que el mayor problema de México es la corrupción, pero nadie pretende estudiar seriamente cómo se produce.

Algo parecido sucede con el fraude electoral. Existen espléndidos estudios sobre la es­tructura jurídica de las elecciones, hay crónicas de las irregularidades, incluso buenos análisis de los procesos más polémicos. Por lo general se llega a la conclusión de que el fraude electoral ha existido, pero paulatinamente ha dejado de tener importancia. Sin embargo, el fraude electoral sigue amenazando a tal punto que el actual gobierno se ha fijado como una de sus metas el erradicarlo.

Estamos escépticos porque en una fecha muy cercana como 2017 se produjeron elecciones con todas las irregularidades posibles y con indicios de fraude electoral en el estado de México y Coahuila. Un cauto optimismo: las elecciones de 2018 fueron creíbles y las elecciones locales de 2019 fueron limpias y pasaron casi desapercibidas, como suele suceder en los países civilizados.

No se necesita un gran esfuerzo científico para descubrir tres cosas: 1) el fraude electoral es una costumbre inveterada que empezó a producirse con el nacimiento de la República y hasta 2018 se ha venido produciendo y quedando impune. 2) El agente del fraude son las mismas autoridades políticas que no quieren que sus opositores ganen, les quiten el poder y exhiban todas sus tropelías. 3) El fraude electoral es un crimen de delincuencia organizada, es decir, el gobierno para perpetrarlo echa mano de sus recursos administrativos, de su estructura burocrática, desvía dinero y recurre a la fuente principal de sus finanzas: la H. iniciativa privada, que otorga recursos generosamente como una excelente inversión a sabiendas de que en el futuro el gobierno impuesto sabrá atenderlos, darles concesiones, ofrecerles negocios y derecho de picaporte como buenos y leales amigos que son.

Colaboró Meredith González A.