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México, el de los mil desencuentros 
M

éxico es hoy una múltiple caja de resonancia sin salida. O con difíciles salidas, ya que los hechos y las ideas no parecen combinarse fácilmente. Por fortuna, los alegatos encontrados no parecen llevarnos a un río de sangre, sino que se detienen al borde del abismo, lo cual desearíamos se prolongara para evitar un baño que nadie quisiera.

Pero debe decirse que no sólo desearíamos evitar lo peor, sino superar el encuentro contradictorio de ideas y posiciones que, sin dar lugar a tragedias, serían capaces de fragmentar la supuesta unidad de la nación, rompiéndola poco a poco, al paso lento de una desintegración que nos llegaría poco a poco, sin demasiados aspavientos. Por eso la preocupación profunda de que el reguero de opiniones encontradas que hoy parecen desarticular a la nación, tuvieran la posibilidad de elaborarse con más detenimiento y de encontrar comunes puntos de referencia. Hoy, esto último parece una utopía que deberíamos, sin embargo, alcanzar, como el flechero que se acercó cada vez más a su objetivo final.

Ejemplos. Según López Obrador, en su gobierno no hay un solo caso en que no se presente una denuncia, o sea, ya no se guarda nada, no se tapa nada, no hay impunidad para nadie. Eso no significa que sean culpables, es nada más un criterio que ya definimos y la información se entrega si no afecta el debido proceso. De paso, defendió el que sin afectar la dignidad de las personas estos casos deben ventilarse, ya que lo peor de todo, el colmo en el periodo neoliberal que tiene como característica la corrupción, es que no se perdía ni siquiera la respetabilidad.

Unos ejemplos del tiempo de Juárez bastan como evidencia, escribe el autor del artículo respectivo en la revista Proceso: se derogaron las leyes que prohibían la usura para fomentar el arribo de más banca internacional; se despojó a los indígenas de sus tierras comunales en aras de la libre concurrencia, devastadora del humilde, pasando esas tierras y aguas con frecuencia a manos de extranjeros; se consagró la libertad de contratación del trabajador, dejándolo indefenso en manos del patrón y sus abusos cotidianos, situación que dio origen a las sociedades obreras mutualistas de socorro, de sastres, artesanos, agricultores, y después al cooperativismo. Y añade: el neoliberalismo es la expresión actual de ese viejo individualismo liberal basado en el egoísmo.

En los hechos, a pesar del antineoliberalismo del régimen de López Obrador, hoy la cosa no es muy diferente a la del juarismo del siglo XIX, que actualmente se disfraza de atuendos neoliberales selectivos: los bancos cobran altísimos intereses y comisiones a su antojo, como en las tarjetas de crédito. El outsourcing continúa implacable como moneda común en el terreno laboral, arruinando la economía del trabajador sin prestaciones, convertido en semiesclavo.

Otros ejemplos de esos atuendos selectivos, nos dice el mismo autor de este artículo en Proceso: los proyectos de Huexca, Dos Bocas, el Tren Maya y otros semejantes, equivalen a un despojo de tierras y aguas de indígenas y mestizos, como han denunciado los lugareños y el zapatismo solidario. Existe un consejo económico de empresarios neoliberales todos, invitados como asesores por el gobierno en turno, como el del club de Escandón en días juaristas. Cancelación del seguro popular tan útil, y de las muy necesarias estancias infantiles para ser suplidas precariamente con apoyos directos, insuficientes para cumplir con el propósito comunitario y formativo de las estancias. Y, para finalizar, un buen número sostiene que renace la tentación política de la relección. Se experimenta en un estado de la República la extensión del periodo de un gobierno del partido Morena, al margen de la gesta maderista que tanta sangre costó, del voto del pueblo, de la Constitución de la República misma. Es Baja California el laboratorio de tal experimento político, que podría en el futuro realizarse a todos niveles para infortunio de la patria.

Por fortuna, de inmediato se levantaron voces, como la de Cárdenas y Muñoz Ledo, contra tal experimento, como se levantaron en su momento contra la relección de Juárez, pero infructuosamente, y luego contra la de Díaz. Ojalá se revierta absolutamente la idea, en lo cual estaríamos en pleno acuerdo. Pero, con independencia de ello, el hecho mismo de haberse dado con el apoyo de la dirección de Morena y de muchos de sus partidarios, es una señal de riesgo para la democracia y su futuro, un indicio del afán releccionista, dicen algunos.

Al mismo tiempo, AMLO convocó a un acto de unidad en Tijuana para defender la dignidad de México.

Y, para culminar, una mesa redonda en Guadalajara titulada La desilusión liberal: comprendiendo el descontento con la democracia, en la que participaron académicos, escritores y politólogos concluyendo que, con la actual política del presidente Andrés Manuel López Obrador, el país va al autoritarismo, al populismo, a la intolerancia y al nulo crecimiento económico, todos los cuales son graves factores antidemocráticos.