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Luto en la intelectualidad latinoamericana: murió Roberto Fernández Retamar

El ser humano necesita la poesía como necesita respirar, sostenía el escritor

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▲ El poeta y ensayista Roberto Fernández Retamar en una conferencia de prensa en La Habana, en 2005.Foto Afp
 
Periódico La Jornada
Lunes 22 de julio de 2019, p. 6

El poeta e intelectual cubano Roberto Fernández Retamar falleció el sábado en La Habana a los 89 años, informó la Casa de las Américas, institución cultural con sede en esa isla que él presidió desde 1986.

Mandatarios, colectivos e intelectuales expresaron su pesar por el fallecimiento del poeta, quien con su poesía se convirtió en una figura inmortal de la literatura de América Latina.

Hay luto en la casa de la intelectualidad latinoamericana, en nuestro país y en nuestra América. Retamar ha muerto (...) Querido Roberto, gracias por dejarnos obra, lucidez y compromiso, escribió en su cuenta de Twitter el presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel.

Nacido en La Habana el 9 de junio de 1930, Retamar, como se le conoce en Cuba, fue poeta, ensayista y promotor cultural. Obtuvo el Premio Nacional de Literatura en 1989, integró la Academia Cubana de la Lengua y fue miembro correspondiente de la Real Academia Española.

Por su parte, la organización peruana Solicuba, Colectivo de Pensamiento y Cultura, destacó que Retamar fue una de las figuras más caracterizadas del pensamiento martiano y una de las expresiones más emblemáticas de la cultura cubana, por lo que su partida deja un vacío inmenso.

Retamar en México

En 2007, el intelectual cubano, durante su visita a México, ofreció una entrevista a La Jornada en la que afirmó que la literatura latinoamericana empezó a forjar su propio rostro desde muy temprano, para no depender de la literatura hispánica, con personajes como Sor Juana Inés de la Cruz.

El director de Casa de las Américas participó entonces en las Segundas Jornadas Internacionales de Poesía Latinoamericana que se efectuaron en la ciudad de Puebla.

Retamar explicó que en los años 60 hubo gran reconocimiento, grande y justo, de la narrativa latinoamericana, y se ha pensado, desde entonces, que nuestra literatura tiene rostro propio. Pero creo que esto se alcanzó desde antes, con el modernismo, no sólo con los grandes poetas, sino con los grandes prosistas, como José Martí, Rubén Darío, Horacio Quiroga, Manuel Gutiérrez Nájera, quien rogó que no era poeta. El de ellos es el momento de independencia de la literatura latinoamericana.

También presentó su Antología personal de poemas y ensayos, así como parte de sus memorias, recopiladas en el libro Recuerdo A, en el teatro Arlequín de Puebla.

Convencido de que la literatura latinoamericana tenía ya un rostro propio en la pluma de escritores como El Inca Garcilaso de la Vega o el mexicano Salvador Díaz Mirón, el escritor destacó la importancia que hace décadas tuvo la irrupción, en las letras del continente, de la obra de Gabriel García Márquez.

Fue prodigioso, dijo entusiasmado y recordó a quien fuera uno de sus mejores amigos: “El domingo, precisamente, estuvimos juntos Gabo y yo en una comida en la ciudad de México. Lo quiero y lo admiro muchísimo. Creo que Cien años de soledad es El Quijote de nuestra época, indudablemente”.

Riquezas del lenguaje

Es importante que tengamos un idioma común, aunque el español no ha engendrado dialectos como sucede con el inglés o el francés. Es decir, en España como en Latinoamérica usamos un mismo lenguaje, pero con distintos matices, lo que no es negativo. Suelo llamar riquezas a todo lo que no hay necesidad de traducir de un país a otro porque las entendemos perfectamente.

En marzo de 2002, el también integrante activo de la revolución cubana de 1959 fue entrevistado por la periodista y escritora española Margot Molina a quien reveló la importancia de la poesía, así como sus influencias literarias.

–Hay muchas voces que han anunciado la muerte de la poesía. ¿Cree que necesita un epitafio?

–No soy de los que piensan que la poesía ha muerto, pues ésta es inmortal, nació con el hombre y vivirá lo que viva el hombre. Muchas personas que dicen no gustar de la poesía son grandes consumidores de canciones. La palabra lírica viene precisamente de eso, de la poesía que se cantaba acompañada por una lira. El ser humano necesita la poesía como necesita respirar.

–Usted es un poeta reconocido internacionalmente. ¿Tiene eso un paralelismo en las fuentes de las que se nutre su obra?

–Por razones de lengua, mis maestros son hispanoamericanos, pero sobre todo españoles. Los clásicos, como Gonzalo de Berceo, Garcilaso de la Vega, Juan de la Cruz o Quevedo, han sido decisivos para mí. Por supuesto, Unamuno, Machado, Juan Ramón Jiménez, y, claro está, casi toda la Generación del 27. En inglés me siento muy cercano a Whitman, TS Eliot; mientras en la literatura francesa me ha influido mucho St John Perse y, por supuesto, toda la creación del alemán Bertolt Brecht.

La obra de Fernández Retamar se ha traducido y publicado en muchos idiomas en América y Europa. Colaboró en las publicaciones francesas Les Lettres Nouvelles, Esprit, Europe y Les Lettres Françaises. Una de sus obras cumbres es el ensayo Caliban (1971), reflexión sobre la cultura de Latinoamérica y el Caribe, así como Para una teoría de la literatura hispanoamericana.

Se doctoró en 1954 en filosofía y letras en la Universidad de La Habana. Tuvo cursos en La Sorbona (1955) y en la Universidad de Londres (1956).