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Lucinda Urrusti expone en Proyectos Monclova 32 obras de su quehacer pictórico y ceramista

Se muestra un conjunto de piezas creadas de 1992 a 2012

Foto
▲ Lucinda Urrusti, junto a sus óleos Naturaleza muerta, blanca y negra, y Jarrón gris con flores, en la galería Proyectos Monclova.Foto Marco Peláez
 
Periódico La Jornada
Domingo 2 de junio de 2019, p. 5

Como parte de una mirada amplia e inclusiva, la galería Proyectos Monclova abre sus puertas a la obra plástica y cerámica de Lucinda Urrusti (Melilla, Marruecos español, 1929).

Treinta y dos obras creadas de 1992 a 2012 fueron seleccionadas del estudio de la artista para la exposición que lleva su nombre, y que recrea el ambiente hogareño de la pintora, pues varios muebles y objetos personales fueron trasladados a la galería.

En entrevista con La Jornada, Urrusti se refiere a un par de cuadros de título Plagados: ‘‘Estos nudos a veces son unas cuerdas que tienes en la mesa de tu estudio y dices, ‘oh, esto me puede servir’”. La exposición consta de varios cuerpos de obra: naturalezas muertas, animales, lo matérico y la cerámica.

Hija de un militar del ejército republicano español, Urrusti arribó a México en 1939, estudió en la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado La Esmeralda y se formó profesionalmente. Nunca ha sido pintora abstracta porque, como dice, ‘‘la figuración tampoco la quiero como fotografía. Hay personas que piensan que es muy abstracta. Para mí hay algo personal que aporta uno, es algo más de lo visual”.

El arte y sus desafíos

–¿Aportar algo personal es el reto del arte?

–Exacto. Tú crees que puedes sacar algo diferente de eso que te interesa y que la mirada de otros no ven nada, al igual que en cualquier manifestación artística.

Ubicada en el movimiento de la Ruptura, Urrusti explica: ‘‘La primera vez que lo oí, dije, si no he roto ni un plato. Si se refiere al arte que predominaba –Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros–, sí éramos distintos; sin embargo, era un mundo y una época en que el universo estaba más cercano. No estábamos encerrados en México, ya se conocía lo que se hacía en Europa o Estados Unidos, entonces había una visión más abierta. Creo que por eso decían que pertenecíamos a la Ruptura”.

Cuando Urrusti llegó aquí predominaba la Escuela Mexicana de Pintura, la cual le pareció ‘‘buena”, pues sus seguidores eran ‘‘buenos”. Trató a algunos de ellos, incluso fue su ayudante: ‘‘Me familiaricé con varias de las tendencias. Conocí a Diego un poco, porque vivíamos en la calle de Calero en San Ángel Inn. En la esquina vivía Lupe Rivera y me invitaba alguna vez a un cumpleaños. En una ocasión conocí a Lupe Marín quien me pidió permiso para vender mi obra”.

Como la madre de Lucinda se dedicaba a la costura, muchas personas llegaban a su casa. Ahí conoció a Salvador Zubirán, entonces rector de la Universidad Nacional Autónoma de México, quien le encargó un retrato de su hija. ‘‘Recuerdo que me dijo que tenía que cobrar. ‘Tu trabajo no es de aficionada, es muy serio. Para ese dibujo no deberías pedir menos de 100 pesos’. Pensé, ‘a ver quién me los da’”.

Aunque no hay algún retrato en la exposición, es un género en el que ha incursionado mucho. Conocidos son sus retratos de sus amigos Carlos Fuentes y Gabriel García Márquez. ‘‘Carlos me preguntó alguna vez si le haría un retrato. Iba con una camisa blanca y un saco.

“Después me dijo: ‘oye, me has pintado como dios’. Me acuerdo que García Márquez, que era su amigo, dijo: ‘y que no eres. No te sientes’. Y añadió: ‘soy el esposo de la señora Silvia’, porque pinté su anillo de casado. No sé si le gustó eso”. Urrusti también retrató a Jaime García Terrés, Ramón Xirau, Octavio Paz, Salvador Elizondo y muchos de ellos le dedicaron textos, al igual que Juan García Ponce, Margarita Nelken, Antonio Rodríguez, Jorge Crespo de la Serna y Alaíde Foppa.