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Mi entrega no tiene la misma recompensa: Avispa Ortiz
 
Periódico La Jornada
Miércoles 22 de mayo de 2019, p. a12

Después de una prohibición obsoleta, hace 20 años dejó de ser ilegal el boxeo de mujeres. Salieron de la opacidad para intervenir en un deporte que se consideraba exclusivo de los hombres. Dos décadas más tarde, con la consolidación de esta rama, las condiciones de las peleadoras apenas han mejorado. Anabel la Avispa Ortiz piensa que el pugilismo, como otras actividades de la vida social, aún son hostiles con las mujeres.

La Avispa peleó el sábado 18 de mayo en la Ciudad de México. Volvió a ganar. No es una simple victoria, sino el paso firme y constante de una campeona mundial que desde hace seis años defiende su título. Su carrera, sin embargo, transcurre en la opacidad del anonimato.

Soy de las campeonas que más han conservado su título en el tiempo, comenta Anabel; desde hace seis años, 10 defensas, activa y casi desconocida.

La queja no varía, las empresas de promoción no arriesgan con las mujeres. Pagan sueldos muy por debajo de lo que ganan los hombres en el boxeo –cuenta Anabel–, no invierten en promoción y a veces ni se preocupan en que estén activas. Lo que ganan en una pelea, que debe distribuirse con el equipo de preparación y los gastos que genera el entrenamiento, les deja un margen muy anémico de ganancias.

A veces quiero olvidarme del boxeo

A veces me desanimo tanto que quiero olvidarme del boxeo, confiesa la Avispa; me digo: ya estuvo, no más. Y pienso que mejor sería dedicarme a otra cosa o concentrarme en mi trabajo de jefa de oficina de gobierno, pero después el ego me empuja a seguir adelante y regreso a los entrenamientos.

Ser una campeona desconocida en su país, con un sueldo que no le permite sostener su propia carrera de boxeo, menos hacer frente a los gastos de sus dos hijas, deja devastada a la Avispa. Pero también recuerda que ganó su cinturón en Japón y ha defendido su cetro fuera de México. Siempre con la misma entrega y el orgullo de ser una monarca genuina.

Me entrego tanto que no me importa arriesgarme a viajar a los países de mis retadoras, cuando tendría que ser al revés, dice Anabel; soy una campeona a domicilio. Porque además no puedo permitirme estar tanto tiempo sin pelear.

Para la pelea del sábado reciente, Anabel esperó nueve meses a que su empresa le encontrara una rival. Un lapso durante el cual no percibe ningún ingreso del boxeo, salvo lo que gana como funcionaria pública.

Sin ese trabajo pues no podría hacer frente a mis gastos ni a los de mis hijas, señala Anabel; tengo que cuidar mi trabajo en una oficina y al mismo tiempo tener tiempo para entrenar, correr y cuidar a mis hijas.

La Avispa cree que las empresas de promoción son las principales responsables de que las condiciones de las mujeres en el boxeo sea tan desventajosa. En esa desesperación por tener más actividad y ser más reconocida ha solicitado subir de división para buscar a peleadoras con más proyección, pero no la han tomado en serio.

Todavía tengo esperanzas de que me reconozcan por lo que hago en nombre de las mujeres en el boxeo en mi país, mientras tanto espero y trabajo como la campeona auténtica que soy, concluye.