Sociedad y Justicia
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Hay agrotóxicos incluso en delfines

Plaguicidas, dañinos para campesinos y ecosistemas

Causan cáncer, abortos y anencefalia, entre otras alteraciones

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▲ Científicos advirtieron ayer sobre la falta de investigación y adopción de medidas ante pes-ticidas peligrosos. En la imagen, un activista exige prohibir su uso.Foto Yazmín Ortega
 
Periódico La Jornada
Sábado 27 de abril de 2019, p. 33

El uso de Plaguicidas Altamente Peligrosos (PAP) en las zonas agrícolas del país ha acarreado efectos negativos en ecosistemas terrestres y costeros, de acuerdo con informes científicos publicados por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Investigadores de distintas instituciones han reportado, asimismo, efectos en la salud de los trabajadores agrícolas y sus familias.

En el país se utilizan PAP que están prohibidos en otros países. A la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) llegaron denuncias en ese sentido desde 2017, pero no fueron atendidas.

Un grupo de científicos del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados del Instituto Politécnico Nacional (Cinvestav), de la Universidad de Sonora y de las Autónomas de Nayarit y Yucatán, hicieron una revisión de los estudios sobre plaguicidas hechos hasta 2018 en México y encontraron que aún se requiere investigación para dimensionar la problemática ambiental y de salud humana que representa el uso actual e histórico de plaguicidas en el país.

En el artículo Estado actual de la investigación sobre plaguicidas en México, de la Revista Internacional de Contaminación Ambiental de la UNAM y otras universidades, explican que se están utilizando PAP en zonas agrícolas del norte, centro y sur del país. En el caso de Sonora y Sinaloa, se cuantificó que entre 40 y 50 por ciento de los plaguicidas que se emplean son PAP.

Los ingredientes activos utilizados para diversos cultivos en el país, que destacan por su alta toxicidad son: paratión metílico, malatión, metamidofos, clorpirifos, monocrotofos, paraquat, glifosato, carbofurán, metomilo, mancozeb, clorotalonil, dimetoato, carbarilo, atrazina, 2,4-D, fosfuro de aluminio, imidacloprid, cipermetrina, lambda cialotrina y endosulfán.

En estudios de residuos en ecosistemas costeros, se destaca la presencia de organoclorados (OC) en el estero San Cristóbal (Nayarit), en Topolobampo (Sinaloa), en bahía de Lobos (Sonora), en la bahía de Chetumal (Quintana Roo), en la desembocadura del Río Coatzacoalcos (Veracruz), y en las lagunas de Chantuto-Panzacola, Carretas-Pereira y Pozuelos-Murillo (Chiapas). En suelos destacan las altas concentraciones de OC en comunidades rurales de Chiapas debido a las campañas históricas contra el paludismo.

En mamíferos marinos (delfines, ballenas y lobos marinos), huevos de aves marinas del Pacífico Norte, huevos de tortugas de Si-naloa y anfibios del estado de Veracruz, se destaca la presencia de OC a concentraciones altas. También se reporta un estudio que detectó residuos de PAP en cera y miel de abejas de Yucatán.

Los efectos más comunes encontrados en trabajadores agrícolas en general son alteraciones genéticas y disminución en la calidad del semen. En mujeres, se ha detectado la alteración del perfil hormonal, mayor incidencia de abortos, efecto en madurez placentaria, bebés con criptorquidia, mayor riesgo de anencefalia, incremento en el riesgo de cáncer de mama, mayor crecimiento de senos, retraso en el desarrollo intrauterino.

En niños, deterioro en el desarrollo neuronal temprano, reducción significativa del índice de orientación espacial, disminución de energía, disminución de la coordinación ojo-mano.

Los investigadores consideran que es necesario que las autoridades implementen programas de registro de los plaguicidas utilizados en prácticas agrícolas y control de vectores de enfermedades para conocer la dimensión de los efectos de los PAP.