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Es una prueba llena de misticismo

Arleen González, primera mexicana en cruzar el estrecho de Magallanes
 
Periódico La Jornada
Viernes 12 de abril de 2019, p. a12

En cada brazada, Arleen González siente cómo la sangre recorre sus venas, escucha su propia respiración, al tiempo que tiene la sensación de que sus dedos no le responden. No hay desesperación, sólo aliento para completar el estrecho de Magallanes, uno de los más peligrosos por la gélida temperatura de sus olas.

Al tocar la costa, Arleen siente que años de esfuerzos han valido la pena, desafió a las aguas heladas y el fuerte oleaje para convertirse el 1º de abril en la primera mexicana en cruzar a nado este complejo reto sudamericano, en un tiempo 1:04:56 horas.

Es una prueba llena de misticismo, porque el agua es muy fría y es uno de los cruces más peligrosos, incluso los navegantes dudaban en atravesarlo, dice Arleen, quien aún no termina de asimilar su proeza.

Yo no me considero una persona con talento, sólo soy disciplinada, destacó la nadadora que también presume el haber sido en 2016 la primera tricolor en completar en la misma temporada la triple corona (Canal de la Mancha, de Catalina y la vuelta a la isla de Manhattan).

La distancia del estrecho de Magallanes es corta en comparación a otros retos de aguas abiertas, apenas 7.2 kilómetros en línea recta, pero las temperaturas, que oscilan entre los cuatro y ocho grados, hacen que el trayecto pareciera el doble para los nadadores, además de que no pueden tomar descansos porque pondrían en riesgo su propia vida.

Es nadar en condiciones extremas, su distancia te permite no parar, debes bracear rápido para generar calor, porque si te detienes puede haber hipotermia; siempre hay una sensación de que te congelaras, detalló Arleen con un tono en el que se mezcla el orgullo y la seriedad que exige este proyecto.

Aunque el desafío provoca escalofríos al escucharlo, para Arleen significaba una prueba que debía realizar. Desde que se sumergió en el río de Las Estacas hace siete años aspiraba a realizar un cruce de gran impacto y el estrecho de Magallanes requería la complejidad que tanto buscaba. Por un tiempo dejé de nadar, porque me esforzaba pero no creía que mis resultados correspondían a mi desempeño.

En su preparación para este recorrido estuvo en campamentos a cero grados y aprendió a soportar el dolor que provoca el agua a esa temperatura, como cuando cientos de alfileres golpean el cuerpo al tiempo que su mente piensa en avanzar. En Magallanes sentía el frío, pero no lo suficiente para detenerme.

La travesía de Arleen fue más dulce de lo que ella imaginaba, mientras intentaba recorrer los kilómetros marinos, las toninas la acompañaban, jugaban conmigo al tiempo que me sentía más animada, fue una visión espectacular.

Después de este desafío no hay tiempo para detenerse y Arleen ya planea emular a sus compatriotas Nora Toledano y Mariel Hawley para cruzar los Siete Mares.

No sólo es hacer otro cruce porque sí, es tomar un reto que ya no me suelte como pasó con el estrecho de Magallanes.