Rey Vargas, campeón mundial supergallo del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), recibió carente de entusiasmo la noticia de su próxima pelea. No sólo con desánimo, sino incluso con decepción. El anuncio ayer de que debe cumplir con la defensa obligatoria según las reglas del organismo no abona en lo que esperaba sobre el futuro inmediato.

El japonés Tomoki Kameda, actualmente campeón interino del CMB, será el rival que deberá enfrentar en una fecha por definir. Vargas esperaba buscar algún peleador que le representara un salto de calidad o más lucrativo, después de cuatro defensas exitosas.

No me aporta nada esta pelea, lamenta Vargas; sólo porque está como interino lo tengo que enfrentar, y lo dice el reglamento, debo aceptarlo, pero no gano nada ni me beneficia siquiera una buena paga.

Vargas ha luchado no sólo contra los adversarios; también ha levantado la voz contra el descuido de las empresas de promoción que no valoran a sus boxeadores. En este caso, le resulta absurdo que aun cuando es el campeón mundial legítimo, con cuatro defensas y una carrera invicta, no sea valorado, según su percepción.

Pide ser valorado

Es absurdo que un peleador que hace bien su trabajo no sea valorado, se queja; y el éxito de un buen boxeador a veces no sólo depende de lo que haga en el cuadrilátero, sino de la habilidad de negociadores para promover bien una carrera.

El éxito de algunas carreras –recuerda– dependió del buen manejo abajo del ring. “Saúl Álvarez fue promovido con tino, incluso cuando aún no era el peleador que hoy se conoce. Entre dudas y críticas, el pelirrojo se abrió paso hasta convertirse en uno de los atletas mejor pagados del mundo y un boxeador que cada vez convence más a los escépticos.

“Canelo respondió y creció como peleador y por eso hoy tiene el lugar que nadie cuestiona; yo ya soy campeón mundial”, se sorprende.

Hace tiempo piensa que su carrera podría estar mejor proyectada, pues a pesar de que ha defendido el cinturón que ganó en Inglaterra hace un par de años, no es muy conocido todavía. Cuando lo recuerda se nota cierta impaciencia. La vida de un boxeador fluye a contrarreloj y saben que no deben desperdiciar el tiempo.