Opinión
Ver día anteriorMartes 12 de marzo de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Dinero

No claudicaré, antes muerto que traidor: AMLO // Si fracasara, México sería la fosa de gobiernos de izquierda // La táctica del general Sandoval

Astillero

Cien días de empoderamiento militar // Y viene la Guardia Nacional // Montajes y condicionamientos // Tuit que no provocó bienestar

Enrique Galván Ochoa
Julio Hernández López
México SA

Cien días no alcanzan para tanto // Inflación vs utilidades bancarias

Negocios y empresas

Calificadoras, mal necesario

Carlos Fernández-Vega
Miguel Pineda
De nuestras jornadas

Fisuras en el PAN abrirían paso a reforma electoral

Ciudad perdida

Cien días // Cambios y errores

La Jornada Baja California
Miguel Ángel Velázquez
AMLO: 100 días
S

e cumplieron ayer los primeros 100 días del gobierno que encabeza Andrés Manuel López Obrador. Si el ejercicio de realizar un balance de tal etapa de arranque resulta prematuro y arriesgado en cualquier periodo sexenal, en éste la tarea es doblemente difícil porque no tiene precedente en la historia reciente del país: en la memoria de los mexicanos ningún otro mandatario llegó al cargo con una legitimidad democrática tan incuestionable, en décadas recientes ningún otro dispuso de un respaldo legislativo tan sólido y ninguno de ellos, desde los tiempos posteriores a la Revolución Mexicana, se había propuesto un programa tan amplio de transformaciones políticas, económicas y sociales como con el actual jefe de Estado.

El Correo Ilustrado

Debe haber una consulta sobre el aborto

E

l comentario de Carlos Noriega en esta sección Aborto no es obligación reúne todos los argumentos válidos, inteligentes y sensatos en favor del derecho de las mujeres a decidir sobre sus cuerpos y el error del Estado al considerar a los individuos menores de edad mentales cuyos cuerpos son propiedad de una desfigurada sociedad.

Hechos, no palabras
E

l feminismo representa hoy la mayor fuerza de cambio social. El planeta aún espera salir de la era del oscurantismo en que ha vivido por milenios, debido a la sujeción y dominación de las mujeres por los hombres. Las mujeres feministas (y algunos varones) se hicieron oír con mayor fuerza que en el pasado, con motivo del 8M.

Apagón en Venezuela
S

abotaje es el nombre del juego. Guerra eléctrica es su modalidad. Desde la tarde del 7 de marzo, Venezuela vivió un apagón que dejó sin electricidad 18 estados de ese país, más de las dos terceras partes de su territorio.

José Blanco
Luis Hernández Navarro
Los mitos de la ciencia y la ingenuidad de los científicos
E

n estos días que se habla con ardor acerca del papel de la ciencia, y de su hija mayor la tecnología, para el futuro del país, conviene recordar apreciaciones básicas sobre la verdadera función de esta institución llamada ciencia, uno de los mayores pilares de la modernidad que padecemos. Con apenas dos siglos de existencia y en plena sinergia con el capitalismo, los combustibles fósiles, la industria, el individualismo y el patriarcado, la ciencia es la culpable mayor de múltiples beneficios pero también de los principales riesgos, lacras, peligros y amenazas que hoy afectan a la humanidad. Tres son los principales mitos que engalanan a la ciencia contemporánea y que sirven para ocultar su verdadera esencia. El primero atañe a su fetichización. Siempre se tiende a hablar de La Ciencia (con mayúsculas) elevada a una suerte de entidad suprema, en vez de reconocer las diferentes modalidades del quehacer científico cada una de las cuales persigue fines diferentes y hasta antagónicos. Este fetiche se ve acompañado, segundo mito, por la falsa idea de que toda actividad científica es automáticamente benéfica, moralmente buena e ideológica y políticamente neutra. En consecuencia el científico se identifica siempre como un ser virtuoso: santos del conocimiento verdadero, héroes de la objetividad, mártires por la humanidad, abnegados practicantes del experimento. Su mayor virtud, se afirma, es la de haber sometido a la pasión y eliminado a la subjetividad de sus análisis. El tercer mito lo ha descrito con precisión Jorge Reichmann: “El conocimiento científico es un gran bien. Pero ¿cómo pueden tantos investigadores caer en la ingenuidad cientificista de creer que simplemente incrementar el conocimiento conducirá a la mejora de la condición humana? El progreso científico no implica necesariamente progreso humano. Para que se diera progreso humano sería necesario que las comunidades de ese enrevesado simio averiado que se llama Homo sapiens estuviesen en disposición de usar el conocimiento creciente de forma adecuada”.

Interdicción: una paradoja
I

magine que a sus 50 años quiere casarse y las leyes de su país no se lo permiten. Imagine que la única forma de que se le reconozca el derecho a recibir una herencia sea a través de un tercero. Más aún, imagine que a esta edad no pueda demandar a otros a menos que se haga a través de un representante. ¿Y si quisiera demandar a su representante?

Víctor M. Toledo
Jan Jarab*
La ley que nació muerta
I

ndependientemente del grado de participación que haya tenido el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología (Conacyt) en su génesis (lo que tendrá mayor claridad en los próximos días), la iniciativa de decreto para crear una nueva ley de humanidades, ciencias y tecnologías fue resultado de un cálculo político fallido. Surgida a espaldas de la comunidad científica, ha provocado una reacción de rechazo que no se había visto en décadas en este sector. Como sintetizó el doctor Daniel Ortuño Sahagún, profesor del departamento de biología molecular y genómica de la Universidad de Guadalajara, durante su participación el miércoles pasado en la Cámara de Diputados: “Un primer logro de la propuesta de nueva ley –que francamente espero sea el último– es haber unido a la comunidad académica para manifestarnos mayoritariamente en contra de ella”.

Pasiones gatunas
S

erias experiencias científicas han demostrado las saludables virtudes de tener un gato en casa. Su presencia calma tensiones, ansiedades y angustias. Su ronroneo impide la alta tensión, combate las depresiones, adormece con suavidad y ayuda a evitar el insomnio. Y, sobre todo, este animal, equívocamente considerado doméstico, pues no es domesticable, reduce los riesgos de sufrir un infarto cardiaco o una embolia cerebral.

Javier Flores
Vilma Fuentes