Opinión
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Los de Abajo

Antimonumento contra los feminicidios

U

n quinto antimonumento fue colocado hoy en Ciudad de México. Un símbolo que interpela a las autoridades y la sociedad en un país en el que todos los días son asesinadas nueve mujeres y no pasa nada, donde el nivel de impunidad es total, donde se asesina porque se puede.

Mujeres cargadoras, mujeres albañiles, mujeres de seguridad. Todas en un operativo sorpresa pararon frente al Palacio de Bellas Artes y gritaron Ni una más, mientras descargaban una enorme cruz rosa con un puño en alto. Nos tienen que ver. No pueden ignorarnos, dice una de las madres que carga una manta con el rostro de su hija asesinada en Chimalhuacán.

Las cruces rosas recuerdan a las mujeres desaparecidas y asesinadas en Ciudad Juárez, lugar donde se prendió la alerta por primera vez sobre los asesinatos de mujeres en serie, por el hecho de serlo. Era 1993 y el nombre del feminicidio se instaló en México. Fueron mujeres las que lo nombraron y son ellas quienes hoy siguen exigiendo que ni una más. O ni una menos, como lo gritan en Argentina.

El antimonumento está vivo, interpela, grita, habla de una lucha que lastima a la sociedad entera. Acompañan su instalación cientos de jóvenes que insisten en su deseo de caminar seguras, ser libres, no tener miedo. Son una generación que vive en medio del acoso y que no está dispuesta a dejarse. Al Estado le exigen que haga su trabajo, mientras ellas tejen redes de denuncia y autocuidado porque no confían.

Este 8 de marzo la calle se pintó de violenta y verde. Miles de mujeres dejaron de lado filias partidistas, pues el enemigo es uno y las están matando, desapareciendo, violentando y persiguiendo. Y es la calle la que las representa. La exigencia es la misma: no más violencia feminicida, no más complicidades que la oculten, no más indiferencia, no más impunidad. No más de lo mismo, pues son más de 25 años de vernos caer.

El feminicidio es un instrumento represivo que atañe a las mujeres y por ello a toda la sociedad. Agredir a las mujeres por ser mujeres implica paralizar el funcionamiento del país, se advierte en una postal con la imagen del nuevo antimonumento que llegó para quedarse.