Opinión
Ver día anteriorDomingo 3 de marzo de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
Servicio Sindicado RSS
Dixio
 
No sólo de pan...

De armas para obtenerlo

U

n pueblo soberano en alimentación, energía y tecnología, es un pueblo libre de ejercer su autodeterminación política y, hasta cierto punto en un mundo globalizado, de escoger sus estrategias económicas y educativas. En estos mismos instantes estamos viendo un ejemplo brutal de este principio: cuando el desarrollo económico no se inclinó hacia la socialización del campo y la producción de alimentos, la excelencia en la educación y su consecuente innovación tecnológica, privilegiando en su lugar la extracción de recursos naturales, dócil ante una forzada división internacional del trabajo, se abren los flancos para las armas que lo van a quebrar.

La receta es conocida: cortar los recursos vitales de un pueblo, empujándolo a la desazón y el hambre, a fin de desestabilizar gobiernos reacios a entregar a la explotación, por parte del capital trasnacional, sus riquezas naturales. Pero, receta efectiva mientras los países estén convencidos de que la globalización es el mejor de los mundos posibles, por cuanto anularon su sustitución de importaciones y renegaron de la creencia en las soberanías regionales, como cosa de un pasado caduco. Ideología que, por cierto, refuerza la separación racista y clasista entre los habitantes de todo un Globo cuyas únicas fronteras son para los seres humanos.

Se terminó la lucha de clases –proclamaron los regidores– y elevaron a poder divino el capital (invisiblemente formado con los recursos de todos) obligando a conseguir de rodillas préstamos usureros mediante los cuales los gobiernos entregaron a sus pueblos, no sólo al hambre sino a la violencia fratricida.

Sin embargo, la abdicación de la autosuficiencia alimentaria, vista como dependencia de los dueños de la agroindustria, quienes tienen el poder de boicotear la entrega y hasta destruir alimentos y medicinas legítimamente adquiridos, si no les conviene políticamente entregarlos, no es el menor de los riesgos. Hay otros peores cuyo antecedente es antiguo, por ejemplo, tanto Europa como las Trece Colonias que dieron nacimiento a Estados Unidos, siempre fueron continentes parásitos del sur, ya que desde la antigüedad clásica, la insuficiencia alimentaria de los primeros propició un desarrollo tecnológico armamentista para apropiarse por la fuerza del trigo, base de su dieta indispensable.

Hoy es necesario tomar conciencia de que nunca la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en onglés), tuvo como misión lograr la seguridad alimentaria para todos en el mundo, sino fue apoderarse de la producción alimentaria internacional para distribuirla con criterios políticos y para el máximo rendimiento del capital.

Hoy, en el México de la Cuarta Transformación, la única opción inteligente y saludable es la reforma para la producción campesina masiva de alimentos en policultivos sustentables.