Opinión
Ver día anteriorDomingo 3 de marzo de 2019Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Música en colores
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ocas veces existe la fortuna que una exposición tenga como guía la autobiografía de un artista. Es el caso de la muestra Carlos Mérida. Retrato escrito (1891-1984), que se exhibe en el Museo Nacional de Arte (Munal) y que se organizó para festejar el centenario de la llegada del pintor guatemalteco a México.

Había viajado por Europa donde se relacionó con pintores vanguardistas como Modigliani y Van Dongen. Estas influencias lo llevaron a cultivar un estilo propio que conjugaba formas abstractas, con expresiones de sus raíces indígenas en los temas.

En la exposición no hay cédulas ni explicaciones curatoriales, son las palabras textuales del artista las que nos descubren el sentido y significado de las obras, su filosofía y sus gustos.

Es una experiencia fascinante acompañarlo en su evolución como artista, los sentimientos que orientaban sus búsquedas; penetrar en su intimidad, caminar entre su vida personal, su proceso creativo y las relaciones artísticas que tejió en su larga estancia en nuestro país hasta su fallecimiento en 1984.

La muestra se compone por 290 piezas del artista, entre pinturas al óleo, piezas de serigrafía, bocetos, dibujos, fotos y publicaciones. Lo conocemos en sus diversas etapas como pintor, muralista, escenógrafo, diseñador de vestuario. Mérida fue el primer director de la escuela de danza en México, que después dirigió su hija, la talentosa bailarina Ana Mérida.

Aquí nos enteramos que desde pequeño tuvo gran afición a la música y que esto determinó su obra en muchos sentidos. Al hablar de sus influencias dice: ‘‘El sentido de la abstracción, en la que fueron maestros mis antepasados (…) Pintura por la pintura, el goce de la pintura con la misma frenética pasión del goce de la música por los sonidos. Hay en mí, latente, sin duda, un músico en potencia que no se manifiesta sino por los colores (…) La pintura abstracta da el mejor camino para ello”.

Esto se advierte en muchas de sus obras geométricas, de colores puros que evocan una partitura perfecta. Fue todo un descubrimiento que nos permite comprender y apreciar de mejor manera esas obras soberbias, muchas de gran formato, que caracterizaron una importante etapa de su producción artística.

Cuatro archivos son la fuente para armar la exposición: el que donó Alma Mérida al Munal en el año 2000, que se enriqueció con los de las galerías Arvil (promotores de la exposición) y de Arte Mexicano, así como el de Cristina Navas Mérida, nieta del artista.

Ya que estamos aquí vamos a recordar algo de la historia del edificio: lo mandó a construir Porfirio Díaz como parte de las obras monumentales para conmemorar el centenario de la Independencia. Contrató al arquitecto italiano Silvio Contri, quien estaba influenciado por el modernismo que surgió como una corriente arquitectónica. Se caracterizó por combinar estilos del pasado como el gótico, clásico, barroco, etcétera, con estructuras de hierro, que era uno de los avances tecnológicos más notables. La herrería y ornamentación se realizó en Italia.

La construcción empezó en 1904 en el predio que ocupó el hospital de San Andrés. En 1911 fue inaugurado por Francisco I. Madero. Su majestuosidad le ganó el título de Palacio de Comunicaciones.

Años más tarde fue sede del Archivo General de la Nación y a partir de 1982 se estableció aquí el Munal. De forma reciente designaron directora a Carmen Gaitán, cuya entrega y dinamismo –que le conocemos del Museo de San Carlos– auguran una época de oro para el recinto.

Al salir caminamos al restaurante Los Girasoles, que ocupa una hermosa casona parte de lo que fue el convento de San Andrés. Desde su terraza a pie de calle y los balcones de la planta alta tiene excepcional vista de la plaza Manuel Tolsá.

Muy recomendables: cazuelita de tuétano con tequila, ensalada de arándanos con mandarina, cacahuate y un aderezo muy especial. Hay que degustar el huachinango al huauzontle con una copita de vino blanco seco; imperdible un postre elaborado con pétalos de rosa.