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El retrato de Payán
E

sa portada es de Payán me dijo un día, con la página principal del periódico La Jornada en la mano, hace más de tres décadas Carlos Castillo Peraza, entonces colaborador en estas páginas. La foto informa, la imagen es la noticia, el retrato no miente, me explicó el periodista yucateco. Es uno de mis primeros recuerdos de Carlos Payán Velver. El valor de la foto como noticia, sin trucos ni alteraciones. Para mí eso es Payán: una imagen sin mentiras, ni simulaciones ni dobles juegos. Una foto de autenticidad.

Más tarde empecé a conocer personalmente ese retrato de Payán. Fue en aquella Comisión de Concordia y Pacificación (Cocopa) para Chiapas, que buscaba la paz después de que el Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) le declarara la guerra al gobierno de México. Payán era senador y yo un diputado aprendiz, que todo lo cuestionaba sin cuidar formas, ritmos, plazos. Payán siempre me movió a la serenidad y a la reflexión. La foto de Payán es de un hombre con templanza.

Allí coincidí y conocí a mucha gente valiosa, como Pablo Salazar Mendiguchía, Luis H. Álvarez, Gilberto López y Rivas, Abel Vicencio Álvarez, y por supuesto, el obispo Samuel Ruiz García y algunos comandantes del Ejército Zapatista de Liberación Nacional. Cuando llegué a la Cocopa la política para mí era un asunto de amigos-enemigos. Era, para decirlo en palabras de Carlos Schmitt, de amigos contra enemigos. Y precisamente con Payán descubrí que el otro, el distinto, el adversario no es enemigo. La fotografía de Payán no es de odios, ni recelos ni complejos partidistas.

Ayudaba a quien le pedía ayuda, aconsejaba, narraba, conversaba; era emisario de mensajes o receptor de confidencias. Payán en aquellos días en Chiapas, no buscó la estridencia fácil ni la nota del día, buscaba la foto trascendente. Viejo lobo de mar del periodismo, conocía la máxima: más vale una imagen que mil palabras. No perdió detalle de la miseria, la violencia, la desigualdad, en la que vivían y viven muchos de los pueblos indígenas; pero tampoco se dejó deslumbrar por algunos líderes falsos que atizaban la hoguera del resentimiento. A algunos de ellos los acusó de ser seguidores del dictador camboyano Pol Pot. La imagen de Payán era de congruencia.

–Nos divertimos mucho en aquellos días en Chiapas –me dijo en una conversación después de que el Senado oficializó concederle la Medalla Belisario Domínguez, y recordamos cuando durmió la Cocopa en una clínica del Instituto Mexicano del Seguro Social en Guadalupe Tepeyac, entre asombros y risas. Efectivamente, la foto de Payán es la de un hombre con buen humor, divertido, feliz. Payán es a toda madre, me dijo el senador Félix Salgado Macedonio cuando firmamos juntos la propuesta para que precisamente él fuera condecorado.

Mañana se publicará otra foto de Payán. Será el retrato a su vida. En el Senado, con el Presidente de la República, y la medalla al cuello del chiapaneco Belisario Domínguez. La foto más fiel de Payán: la de un hombre bueno, a quien la República le aplaude…

*Germán Martínez Cázares, director general del IMSS, y el senador Félix Salgado Macedonio propusieron la candidatura de Carlos Payán a la Medalla Belisario Domínguez