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En juicio a El Chapo, capo colombiano afirma que sobornó a Morales Lechuga

Abundan chismes, empapados de sangre y corrupción, en el proceso contra Guzmán Loera en NY

Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 18 de diciembre de 2018, p. 16

Nueva York. Un ex capo colombiano afirmó que en los años 90 sobornó al entonces procurador general mexicano Ignacio Morales Lechuga, que tenía a unos 70 policías federales en su nómina, que ordenó el asesinato de varios en su país y que era proveedor de don Joaquín, todo al inicio de la sexta semana del juicio a Joaquín El Chapo Guzmán Loera en un tribunal federal en Brooklyn.

La cascada de detalles sobre las toneladas de drogas, los millones de dólares, las miles de armas, las guerras y asesinatos empiezan a dejar de sorprender al escuchar las narrativas de, hasta la fecha, siete narcotraficantes grandes y medianos, varios oficiales antinarcóticos estadunidenses y oficiales policiacos y fiscales de Ecuador.

El sopor generado por las incesantes gotas de información –mucha ofrecida en preguntas y respuestas monótonas– se interrumpe de vez en cuando con la mención de una figura de alto nivel o de un incidente tan violento que se llevó los titulares cuando ocurrió, o cuando brotan detalles morbosos sobre las vidas de los narcos nuevos súper ricos.

Eso sucedió cuando el capo colombiano Jorge Milton Cifuentes Villa declaró como testigo cooperante contra su ex socio, El Chapo, quien tenía una relación corrupta con el procurador general Morales Lechuga.

A pregunta de Jeffrey Lichtman, uno de los tres abogados de defensa de El Chapo, Cifuentes contó que su operador en México, Juan de Dios Rodríguez, El Flaco, estaba encargado de su bodega de cocaína y de ser la cara de su organización en ese país, y fue en este contexto que comentó sobre la relación corrupta. Cuando se le preguntó si eso significaba que sobornó al procurador general, respondió sí señor, es correcto. No ofreció detalles sobre fechas ni la cantidad del cohecho.

Más adelante también contó que tenía a policías federales mexicanos en su nómina. Todo organizado aparentemente por El Flaco, pero aclaró: yo pagaba la nómina.

El resto del día se dedicó al ejercicio diario de la defensa de intentar minar la credibilidad de cada testigo contra El Chapo, y hoy fue sobre las órdenes de asesinato de gente que traicionó o robó a la organización de Cifuentes o que amenazó a su familia, de su extraño código ético de evitar traficar efredina, ingrediente para elaborar metanfetaminas, por las consecuencias de esa droga para los jóvenes, de los negocios trasnacionales (Colombia, Ecuador, Venezuela, México y Estados Unidos) y la colaboración entre sus hermanos en el negocio de traficar droga.

A la vez, la fiscalía presentó a un oficial de la policía nacional y a una secretaria de la fiscalía de Ecuador para hablar sobre incautaciones históricas de cocaína colombiana en su país, aparentemente con relación a la red trasnacional del narco que, según acusaciones en este caso, giraba en torno de El Chapo.

Mientras tanto, en la mesa de la defensa –con Guzmán Loera vestido con un traje gris, una camisa lavanda y corbata morada– otro de sus abogados, William Purpura, leía un libro: Esposas del Cártel. El libro dice que es “una historia real de decisiones mortales, amor fiel y derribando a El Chapo”, escrito por dos mujeres que dicen ser esposas de gemelos que eran brazos derechos del acusado y que hoy cooperan con las autoridades estadunidenses.

Se rumora que entre los próximos testigos que se presentarán contra el acusado está Pedro, uno de los gemelos Flores que fue operador de El Chapo en Chicago.