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El autor estadunidense presentó su obra Testigo y milagro en el Palacio de Bellas Artes

¿Para qué sirve la poesía?, lo ignoro; sólo sé que habita el mundo: Rothenberg

Como la entiendo y conozco cambia la mente de las personas que caen bajo su embrujo; aparece en muchos lugares, viejos o nuevos, desconocidos o conocidos, incluso marginales, explicó

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Jerome Rothenberg, en la sala Manuel M. Ponce, donde presentó su libro Testigo y milagro, coeditado por el sello Matadero, la Universidad Autónoma de Nuevo León y el Cetys Universidad. Ahí, el autor leyó algunos de sus poemasFoto Patty Macareño/ INBA
 
Periódico La Jornada
Jueves 16 de marzo de 2017, p. 5

Uno de los poetas estadunidenses vivos más innovadores, Jerome Rothenberg (Nueva York, 1931), quien visita México, presentó su libro Testigo y milagros, y leyó algunos de sus poemas el pasado lunes en la sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

A Rothenberg se le conoce como el creador de la etnopoética, “una manera novedosa de escribir e interpretar la poesía inspirada en las culturas originarias, al desarrollar, a partir de la misma, performances y reflejar así un poco del aura vital que las envuelve”.

El también traductor, a la fecha ha publicado cerca de un centenar de poemarios, ensayos y antologías que cubren un diverso y extenso territorio: desde la poesía de los llamados pueblos primitivos hasta el movimiento Dadá; desde los poetas de Black Mountain College hasta el Living Theater; desde los Beats y la Escuela de Nueva York hasta los surrealistas y la poesía de las comunidades judías.

Publicado por el sello Matadero, en coedición con la Universidad Autónoma de Nuevo León y el Cetys Universidad, el libro fue presentado por los escritores Myriam Moscona y Javier Taboada, traductor este último de los poemas incluidos.

Testigo y milagros reúne dos libros o poemas de largo aliento. A poem of miracles, publicado en 2013, y A further witness, de 2015.

Se aborda en ellos dos temas esenciales: la contemplación del amor, mediante los milagros cotidianos, en honor de su amigo Jack Collom, por sus 80 años, y la muerte, el olvido y la impermanencia, dedicados en este caso, luego del fallecimiento del también poeta Ansell Hollo, explicó Taboada.

Tras leer algunos de sus poemas, Rothenberg, de 86 años, en diálogo con los asistentes a la presentación dijo: “Una pregunta que siempre me hacen y que es muy difícil responder es, ¿para qué sirve la poesía? No tengo una respuesta clara, pero lo que sí puedo decir es que la poesía tiene un lugar en el mundo, en lo que tal vez diferimos es en el tipo de poesía.

“Como la entiendo y conozco cambia la mente y el mundo de las personas que caen bajo su embrujo. La poesía aparece en muchos lugares, en sitios viejos o nuevos, desconocidos o conocidos, en lugares comunes pero también en sitios marginales donde no se le esperaría. El hecho es que la poesía ocurre de manera constante y permanente en el mundo.

“El poeta puede, con mayor o menor éxito, dirigir su mente y su mirada hacia las posibilidades del futuro, teniendo en cuenta lo que el pasado nos ha ofrecido. La tragedia y el terror no siempre se dicen en la poesía, pero sí ocupan un lugar fundamental en ella. La poesía no tiene por qué excluir el presente, todo lo contrario. En ocasiones puede parecer dispersa por ocuparse de muchos fenómenos al mismo tiempo, pienso que nunca debe relegar la tragedia o los problemas a los que se enfrenta el mundo.

“Una de las tareas del poeta, desde el principio, es la de ser de cierta manera un visionario. Ello se deriva del hecho de que el trabajo poético tiene que ver con el chamanismo, con quien escucha voces y tiene visiones; y aunque eso se lo atribuimos en el presente a los locos, creo que el poeta tiene algo de ello.

“Habría que aclarar y distinguir –explicó Rothenberg– entre los visionarios y los profetas. Creo que con frecuencia las visiones de los profetas son buenas, pero sus profecías no tanto, es decir, sus visiones son buenas, pero no funcionan como profecías.”

Myriam Moscona destacó que en la obra del autor estadunidense hay una voluntad política, sin la denuncia obvia de la que padece hoy mucha de la poesía mexicana. Un humor corrosivo atraviesa buena parte de su obra. El libro, como un testamento, es una celebración de la amistad, el amor y nuestra existencia en el universo.

Javier Taboada, en su carácter de traductor, dijo: El trabajo poético de Rothenberg abarca más de medio siglo, forma un mundo, del mismo modo que sus predecesores, desde William Blake hasta los modernistas y vanguardistas. Un mundo que abarca todas las instancias de lo humano y sobrehumano que hay en nosotros.