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Grupo teatral de Sonora montó la obra Las bodas de Camacho el rico

Trasladan al norte del país la lucha del Quijote: búsqueda de justicia y dignificación del amor
Enviada
Periódico La Jornada
Martes 18 de octubre de 2016, p. 5

Guanajuato, Gto.

Allá en lontananza desde la sierra de Sonora, entre centenarios cactos de saguaro, cabalga el ingenioso don Alonso, acompañado de su fiel caporal Pánfilo. En Las bodas de Camacho el rico, propuesta teatral de la Compañía Teatral del Norte, El Quijote ha traspasado geografía y tiempo: el caballero de la triste figura ha sido convidado a un fiestón de narcos.

El dramaturgo Sergio Galindo, director de la compañía, detalló que más que una adaptación de la obra de Miguel de Cervantes, es una referencia de sus historias, para traerlo a nuestro tiempo y ubicarlo en la sierra sonorense, con el lenguaje característico de la región, muy imaginativo. Todo escrito en la métrica de la lengua romance, en verso y rima.

Alzar la voz en el sentido de que la tranquilidad de aquellos pueblos de Sonora ha sido ya muy perturbada por la presencia del narcotráfico. Por si fuera poco, por una catástrofe ecológica como el derrame de la minera en el río Sonora, es parte de lo que Galindo expresó en una conferencia en Guanajuato, con motivo de su presentación el sábado 16 en el Festival Internacional Cervantino.

La obra se inscribe en una trilogía, con las aventuras de Alonso del Saguaral. En el Teatro Cervantes se presentó la segunda parte, que relata el episodio de Camacho el rico, quien resulta ser un narcotraficante que ha comprado a un ranchero a su hija Quiteria, enamorada de Basilio y forzada al matrimonio.

Elizabeth Vargas, quien encarna a la joven casadera, relató que es verdad que en el norte del país ocurren esas bodas pactadas. Sin embargo, algo que sucede también es que existe la ilusión de niñas o chavitas de encontrarse con un narco que las ponga en un sitio. Como intérprete, aseguró, hay una sensación de dignificar al amor.

Al mismo tiempo, al confrontarse con el texto en el recurso de la sencillez, enaltece la tierra y los saguaros que resguardan almas en el desierto, pero deja ver nuestra tierra saqueada y maltratada. Recrear este mundo hace que trascienda el poder del amor. Hay algo más que decir, que la anécdota de una niña comprada por un narcotraficante.

Violencia en pueblos de la sierra

En opinión de Galindo, quien dirige la compañía asentada en Hermosillo, “los pueblos de la sierra han recibido una sacudida muy violenta. Ahí es donde ubicamos esta trilogía.

Quizá la única defensa que tienen ha sido su lenguaje. Parece que ahí es donde más podemos encontrar la resistencia, en un lenguaje lleno de humor y de imaginación, indicó.

Como autor, a Sergio Galindo le interesa mucho impregnar sus obras de esta voz, ya sea en la métrica del siglo de oro, pero con las conversaciones de su infancia que llegaron a su mente como torrente, así como cuando al atardecer los vaqueros en la serranía regresaban de su diario quehacer y se reunían en las esquinas a contar historias.

Una armadura bajo el sol abrasador en un lugar de La Mancha, o el desierto con ancestrales cactos, es trasladado al público, a quien ha invitado a volar mediante el lenguaje, sin mayores complicaciones, escenografías fastuosas o producciones costosas.

“Leyendo y releyendo El Quijote no ha resultado difícil para mí ubicar a este personaje en la sierra de Sonora”, reveló Galindo, quien da vida al caballero andante. Llevar esta referencia de la búsqueda de justicia y de la lucha del amor a un tiempo donde justamente está ocurriendo lo contrario nos parece lo importante.