Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Dos ficciones
Marco Antonio Campos
Tríptico de la infamia,
una coreografía
de sombras
Juan Manuel Roca
Irlanda, tierra de
santos y de sabios
Ánxela Romero-Astvaldsson
Los paisajes emocionales
de Gunther Gerzso
Germaine Gómez Haro
HAMBRE (una lectura
de la poesía de
Eduardo Lizalde)
María Baranda
Leer
Columnas:
Bitácora bifronte
Ricardo Venegas
Monólogos compartidos
Francisco Torres Córdova
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
De Paso
Ricardo Yáñez
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
Verónica Murguía
Cabezalcubo
Jorge Moch
Galería
Ricardo Guzmán Wolffer
Cinexcusas
Luis Tovar
Directorio
Núm. anteriores
[email protected]
@JornadaSemanal
La Jornada Semanal
|
|

Ricardo Yáñez
Isaac O.
Treinta y dos años, cuatro hijos, varios libros (editados e inéditos, de poesía, sobre literatura), un gusto por el campo, los árboles, los animales. Equilibrado y justo. Alto, delgado y enamorado (de su Ruth). Buen padre. Buen amigo. Buen (diríase) todo. Clarísimamente, buen hermano. Y muy buen hermano de sus amigos y muy buen amigo de sus hermanos. Poeta natural o, para decirlo con Rulfo: hombre elemental. Arandense, desde Mazamitla viaja hacia su lugar de nacimiento y, a veces, Guadalajara. Hablamos por teléfono, cerca él de su cabaña, y oigo pasar una parvada enorme, dulce escándalo. Le pregunto si no alucino: –Acaban de volar sobre mi cabeza, y aquí atrasito está un caballo pastando entre la neblina, el más cercano a mí. Un tractor. Se ha alejado (bastante) de fumar, de beber. Canta, compone. Como su padre, pinta; como su madre, enseña. Su más pequeña hija se llama Sindhu por Zindu, a quien alguna vez oyó cantar. Zindu, hija a su vez de grandes amigos míos, no sé si esté enterada. |