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El Quijote cabalga
D

on Quijote el caballero de la Mancha, ha cabalgado por el mundo llevando su lengua, el español, a lugares recónditos del planeta. (Emir Olivares Alonso, La Jornada, 1/7/15, página 7).

Después de cuatro centurias de su nacimiento, el Quijote tiene por sí mismo vida propia, el ingenioso Hidalgo de la Mancha cabalga con más donaire que nunca, vive cautivando los millones de lectores que encuentran en él algo más que un buen texto. De hecho, con justicia podía hablarse de un fenómeno: el fenómeno de la lengua española que hoy promoverán las universidades mexicanas y españolas.

Un misterio que simultáneamente, como las dos caras de una moneda, revela y a la vez encierra un enigma. Ríos de tinta han corrido en torno al Quijote. Eruditos y estudiosos de la obra pertenecientes a diversas disciplinas han encontrado una veta inacabable que se representa para pensar y repensar la naturaleza humana. No en balde Sigmund Freud aprendió español con el fin de tener el placer de leer Don Quijote en el original cervantino. Difícil tarea será la de llevar Don Quijote, español, a los indígenas y mestizos que aún tienen defensas frente al idioma.

El rector de la UNAM, José Narro Robles, recordó que el proyecto comenzó a gestarse hace cinco años cuando el director del Instituto Cervantes lo visitó para proponerle la iniciativa que culminó en el anfiteatro Simón Bolívar del Antiguo Colegio de San Ildefonso con su presencia; la de Daniel Hernández, por la Universidad Española; el director del Instituto Cervantes, Víctor García de la Concha, y el testimonio del rey Felipe VI y la reina Letizia que formalizaron la puesta en marcha del proyecto: Sistema Internacional de Evaluación de la Lengua Española (Siele).

Las ideas sobre la lengua del poeta mexicano Octavio Paz no quedaron fuera de la ceremonia: La palabra es nuestra morada, en ella nacimos y en ella moriremos; ella nos reúne y nos da conciencia de lo que somos y de nuestra historia; acorta las distancias que nos separan y atenúa las diferencias que nos oponen. La lengua es un signo, el signo mayor de nuestra condición humana.

Foto
Don Quijote, obra de Honoré Daumier, en imagen tomada de Internet

Luis Cernuda, poeta español, recreó poéticamente en su exilio mexicano la visión del indígena que se habrá de integrar al Quijote. Qué diferencia con el trauma que la conquista le imprimió al indígena de tal magnitud que las posibilidades de lucha en la nueva cultura se anularon. El mecanismo de defensa y su fuerza fue aceptar lo que tiene, desconfiar de todo aquello que el español, incluido el idioma, le pueden ofrecer (Santiago Ramírez, Obras completas, Editorial Lumen, página 81).

Así cantó el poeta español, citado por Santiago Ramírez (ídem).

“Con sus hijos a veces, otras solo; vendiendo algo que parece no importarle, o sin pretexto para su presencia inmóvil; descalzo y en cuclillas sobre el polvo, el sombrero de paja escondiendo los ojos, donde acaso pudiera adivinarse lo que siente y lo que piensa, mírale.

“Cayeron los amos antiguos. Vencidos a su vez fueron los conquistadores. Se abatieron y se olvidaron las revoluciones. Él sigue siendo el que era; idéntico a sí mismo, deja cerrarse, sobre la agitación superficial del mundo, la paz igual del tiempo.

“Es el hombre al que los otros pueblos llaman no civilizado. Cuánto pueden aprender de él. Ahí está. Es más que un hombre; es una decisión frente al mundo. ¿Mejor? ¿Peor? Quién sabe. Tú, al menos, confiesas no saberlo. Pero allá en tus entrañas le comprendes.

“Mírale, tú que te creíste poeta, y tocas ahora en lo que paran tareas, ambiciones y creencias. A él, que nada posee, nada desea, algo más hondo lo sostiene; algo que hace siglos postula tácitamente. Lástima que el azar no te hiciera nacer entre los suyos.

Demasiado sería pedir su descuido ante la pobreza, su indiferencia ante la desdicha, su asentamiento ante la muerte. Pero gracias, Señor, por haberlo creado y salvado, gracias por dejarnos ver todavía alguien para quien Tu mundo no es una feria demente ni un carnaval estúpido.