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Desastre aéreo en los Alpes franceses

Ofrecen sus casas a quienes vayan en busca de sus seres queridos

Solidaridad de los habitantes de la localidad cercana con familiares
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En un terreno empinado y resbaladizo, equipos de rescatistas han empezado la reunión de cuerpos para trasladarlos a la localidad más cercanaFoto Reuters
 
Periódico La Jornada
Viernes 27 de marzo de 2015, p. 7

Seyne-les-Alpes.

En las oficinas del ayuntamiento de esta localidad francesa, el teléfono no deja de sonar.

Vale, lo pongo en la lista. Los habitantes de la pequeña comunidad de mil 500 habitantes, en los Alpes franceses, no dejan de llamar ofreciendo sus casas para acoger a la gente que llega de Alemania, España u otros países: los familiares de las víctimas.

Una muestra de solidaridad con quienes han perdido a sus seres queridos en el accidente del avión de la aerolínea alemana Germanwings el martes, en el que murieron 150 personas.

Seyne-les-Alpes se encuentra a unos 15 kilómetros de las escarpadas montañas en las que se estrelló el Airbus A320 que cubría el vuelo de Barcelona a Düsseldorf.

Los familiares de las víctimas son esperados en el municipio, que no dejan de sobrevolar los helicópteros. En el polideportivo situado a las afueras se ha levantado una especie de capilla, un refugio de silencio y de luto. Los gendarmes franceses vigilan la calle y controlan el acceso. La calle está cerrada, se limitan a decir. Nadie debe interrumpir el luto.

También 200 periodistas de numerosos países viajaron a lugar.

La gente de la localidad está muy afectada y ofrece de corazón lo que puede. Incluso, aunque no conocía a nadie, sencillamente es terrible, cuenta Marie-Therese Jean.

En el lugar del accidente las fuerzas de rescate trabajan recuperando posibles indicios y restos mortales. Toman fotografías y colocan banderitas.

Esta mañana los helicópteros que despegaron de Seyne-les-Alpes llevaron alrededor de 70 investigadores y efectivos de rescate de montaña al lugar del accidente, una zona de acceso complicado.

Las condiciones de trabajo son difíciles. Es muy empinado y resbaladizo, dice el jefe de las fuerzas de rescate de montaña, Oliver Cousin. Es peligroso, puede haber caídas. Por eso su gente se encarga de asegurar con cuerdas a los investigadores que bajan a la montaña.

La mayoría de expertos de aviación que buscan indicios del accidente y también la segunda caja negra, aún desaparecida, no tienen experiencia en montaña. Menos aún los forenses y expertos que comenzaron la recuperación de restos mortales de las víctimas. Para ellos, ese trabajo supone una enorme prueba de resistencia física y síquica. Cuando alguien no puede más es relevado y, en caso necesario, recibe asistencia sicológica.

Aunque en lo alto de la montaña no hay hielo, el personal lleva botas con metales y picahielos, que aseguran mejor sujección y previenen resbalamientos.

Pero los helicópteros también constituyen un peligro, pues los rotores pueden arremolinar piedras o trozos de metal y herir a los rescatistas. Por eso no aterrizan, o lo hacen sólo a una distancia considerable del lugar del accidente.

Hoy es un día de prueba, explica Cousin. Debemos probar cuántos efectivos podemos llevar a la zona. Cousin procede de Briancon, a unos 4 mil metros de altura, por lo que conoce bien los secretos de la montaña.

Los restos mortales de las 150 víctimas mortales no serán llevados previsiblemente a Seyne-les-Alpes, sino a otro lugar para seguir siendo analizados. Sin embargo, no está claro cuándo podrán recuperarse todos los cuerpos. No tenemos ni idea de cuánto se tardará en llevar los restos al valle.