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Hay cada vez más menores culiacanenses involucrados, alertan

El Tamarindo, corrompido por saqueo de combustible

Señalan participación de pobladores y de cuatro bandas vinculadas al cártel de Sinaloa

Los mayoristas compran gasolinas hasta a $1 el litro

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Policías ministeriales de Sinaloa decomisan bidones llenos de combustible en una vivienda ubicada en la calle Emiiliano Zapata, en la comunidad Villa Adolfo López Mateos, mejor conocida como El Tamarindo, municipio de CuliacánFoto Javier Valdez Cárdenas
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Olga Lidia Ramírez Núñez muestra un dibujo de su hijo Kevin, de 16 años, secuestrado por pistoleros tras una redada policiaca en busca de saqueadores de ductos y encontrado muerto al día siguienteFoto Javier Valdez Cárdenas
Corresponsal
Periódico La Jornada
Martes 10 de marzo de 2015, p. 26

Culiacán, Sin.

Secuestros, asesinatos de menores, drogadicción, alcoholismo, robo de combustible por bandas ligadas al cártel de Sinaloa y actos de rapiña cometidos por policías confluyen en la comunidad El Tamarindo, en este municipio.

Los habitantes de la localidad, situada a unos 20 minutos del centro de la capital, ya no viven de la siembra de maíz, frijol, garbanzo o sorgo. La bonanza está ahora en saquear hidrocarburos de Petróleos Mexicanos (Pemex), actividad que ha convulsionado la región: menores hasta de 14 años están involucrados y utilizan el dinero para comprar alcohol y enervantes.

Jesús Carrazco Ruiz, subdirector de operaciones de la policía ministerial del estado, informó que en esa región existen al menos cuatro bandas que ordeñan los ductos de la paraestatal que atraviesan el poblado Villa Adolfo López Mateos, mejor conocido como El Tamarindo.

Cada célula delictiva está integrada hasta por 15 personas, la mayoría jóvenes, y detrás de ellas, según fuentes oficiales, está el cártel de Sinaloa. Además, muchos de los alrededor de 5 mil habitantes de El Tamarindo viven de la extracción, distribución y comercialización ilegales de combustible, que ha llegado a tal grado que la gasolinera del pueblo cerró hace casi cuatro meses.

El carburante está en patios de viviendas, calles, cocheras, negocios disfrazados de tortillerías, llanteras, papelerías y hasta en el monte. Su costo general es de seis o siete pesos por litro. Hay quienes adquieren al mayoreo, de mil a 3 mil litros, a entre uno y dos pesos cada uno, para revenderlo.

Al mando de Carrazco Ruiz, la policía ministerial confiscó recientemente 4 mil litros de gasolina robada. La mitad estaba en una vivienda semiconstruida.

Otros 2 mil litros los decomisaron cerca de los ductos de Pemex que atraviesan el poblado de Cacaraguas, donde también se incautaron de cuatro camionetas. Un menor fue aprehendido y dos acompañantes huyeron.

En 2014 la policía ministerial recuperó 146 mil 610 litros de gasolina, detuvo a 41 personas y decomisó 70 vehículos. Este año ha asegurado 70 mil 600 litros de combustible, capturado a 14 individuos y confiscado 32 vehículos.

Operaciones relámpago

Por teléfono o por radio se sabe cuándo habrá operación policiaca-militar en El Tamarindo. El pequeño poblado se vuelve un hervidero cuando soldados o agentes recorren sus calles. Sin orden de cateo, ingresan a las casas. Los vecinos dicen que la policía está coludida con alguna banda, pues en las patrullas suele haber civiles armados que dirigen las operaciones.

La gente compra gasolina a las ratas, dice uno de los agentes que participa en los patrullajes. Agrega que desde el fraccionamiento Valle Alto, en la zona norponiente, hasta El Tamarindo, pasando por Recoveco, Pericos, La Calera y otras comunidades, se extrae combustible.

“Los morros –agrega– ya no quieren trabajar”. Recomienda: No fumes aquí. De una vivienda sacan y sacan bidones de gasolina. Una parte se va en una camioneta de redilas, también decomisada, y otra en patrullas. Los lugareños saben que los policías se quedan con una parte para venderla.

Carrazco Ruiz, al frente de la operación, comenta que recientemente hubo varios muertos y al menos 15 detenidos por pugnas entre grupos dedicados a este ilícito en la zona.

Recuerda que en noviembre pasado dos jóvenes fueron asesinados con fusiles AK-47 cuando se dirigían a Recoveco, y en diciembre fueron ultimados, en hechos distintos, Gerardo Parra y un adolescente de 16 años identificado como Kevin.

Aunque en cuatro años el robo de combustible en El Tamarindo se ha vuelto común, en meses recientes ha aumentado la participación de adolescentes.

Tiene como un año que se abrió la cloaca. Ves pasar carros llenos de bidones. Generalmente son camionetas viejas, chocadas o robadas, despintadas, con buen motor, relata un vecino.

Narra que el hurto de hidrocarburos se ha heho tan abierto que muchos vehículos van a llenar bidones al hoyo, como llaman a la toma clandestina, de las cuales hay cuatro o cinco en El Tamarindo. Agrega que cada vez que hay ordeña se escucha decir a quienes la realizan que ya van a chambear.

A cualquier hora, menores de familias marginadas y desintegradas, cuyos líderes son parte de bandas de narcotraficantes, reabren ductos clausurados.

Siempre hay alguien que avisa cuando es momento para saquear o si habrá operación policiaca o de Pemex. Los más temidos son los del Ejército y la Marina.

“Más que el narco, la gasolina ha echado a perder a los plebes (menores) que, además de ser consumidos por las drogas, son baleados, quemados y detenidos”, concluye Carrazco Ruiz.