Portada
Presentación
Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega
Volcanes grises en el
Museo León Trotsky
Verónica Volkow
Una semblanza
de Silvio Zavala
Enrique Florescano
El brindis del proemio
Orlando Ortiz
Los últimos surrealistas
Lauri García Dueñas entrevista con Ludwing Zeller y Susana Wald
Juan Goytisolo
a la intemperie
Adolfo Castañón
Juan Goytisolo:
literatura nómada
a contracorriente
Xabier F. Coronado
El eterno retorno
del sol
Norma Ávila Jiménez
Un cuaderno de 1944
Takis Sinópoulos
Columnas:
Bitácora bifronte
Jair Cortés
Mentiras Transparentes
Felipe Garrido
Al Vuelo
Rogelio Guedea
La Otra Escena
Miguel Ángel Quemain
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Las Rayas de la Cebra
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Cabezalcubo
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La Casa Sosegada
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Luis Tovar
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En busca del sentido
Al tipo de cambio actual, mil 500 dólares equivalen aproximadamente a unos 22 mil 500 pesos, mismos que pueden serlo todo o valer menos que nada, según se vea: para quien percibe un salario mínimo en México significan poco menos de once meses de sueldo, mientras que a impresentables amorales como Luis Videgaray, Enrique Peña Nieto y Angélica Rivera, con esa suma no les alcanzaría ni para un abono de sus respectivas casitas Higa.
Al cineasta José Luis Valle –salvadoreño, naturalizado mexicano, egresado del Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, autor de la muy buena y galardonada Workers (2013)–, esos mil 500 dólares, añadidos a la necesaria e invaluable ayuda de los amigos, le alcanzaron para llevar a cabo Las búsquedas, que en su currículum aparece como segundo largometraje, si bien se sabe que su realización comenzó antes de siquiera iniciar la de Workers. Como sea, Las búsquedas formó parte del segundo Festival de la Riviera Maya, efectuado hace un par de años, recientemente estuvo exhibiéndose en la ciudad de Monterrey, ahora figura en el programa de la quinta edición del Festival Internacional de Cine de la unam (ficunam), a celebrarse entre el 26 de febrero y el 5 de marzo por venir, y ya obtuvo al menos un reconocimiento: el Premio del Jurado en el Festival de Biarritz de 2014.
Los cuántos y los cómos
José Luis Valle |
El dato de lo que le costó a Valle producir el largometraje, en términos económicos, tiene más de una lectura: en un medio cinematográfico hasta cierto punto acanallado a fuerza, por un lado, de cineastas que no moverían un dedo sin apoyos monetarios estatales o privados y, por otro lado, de producciones que cuando ya consiguieron sus veintitantos millones de pesos –costo promedio de un largometraje de ficción en México–, los usan cada vez más chocantemente para la triste imitación de modelos formales y narrativos hollywoodenses, una cinta como Las búsquedas viene a reiterar algo bien sabido pero con frecuencia olvidado: que cuando se reúnen talento, ingenio, capacidad de trabajo y solidaridad, los recursos monetarios no son un óbice forzoso para hacer cine. Pero no sólo eso, que ya sería bastante: también demuestra que ciertas consideraciones relativas a una producción cinematográfica son revisables y no leyes falsamente inapelables, como postulan los requerimientos para hacerse con los mencionados apoyos estatales, por ejemplo, o con el financiamiento privado que condiciona su aval a la presencia en pantalla de aquello que sus empresas venden, convirtiendo a los filmes así confeccionados en largos y costosos anuncios comerciales. Rubríquese la mención del dato, en fin, diciendo que a Másdeuno le ha parecido “de mal gusto” o “innecesario” que Valle incluyera, junto a los créditos del filme, la mención de lo que le costó hacerlo, sin hacerse cargo de la contradicción flagrante de que suele ser el primero en mencionar, cuando viene al caso –es decir siempre para el ínclito Másdeuno–, los millones de dólares que costó filmar tal o cual súper producción gringa.
Los qués
Quien haya visto Workers y vea Las búsquedas, habrá de coincidir en que dos largometrajes le han bastado a Valle para evidenciar que ya tiene un estilo narrativo personal, venturosamente alejado de las imitaciones deploradas líneas arriba, en el que se privilegia la mirada cercanísima a personajes cuya densidad no está hecha de histerias histriónicas, y se cuentan historias que no incluyen jamás el ardid, siempre bajo riesgo de inverosimilitud, de la situación límite constante, es decir secuencia tras secuencia, sin la cual –dicen unos que dicen que de esto saben mucho– cualquier relato “se cae” inevitablemente.
Lejos de ese tic, tal vez inconscientemente aprendido de tanto consumir el pulso narrativo propio de las series televisivas, o peor, de las telenovelas, hasta ver dichos formatos como algo aplicable a todo relato hecho de imágenes, Las búsquedas trabaja por acumulación dramática: los protagonistas de la historia –Arcelia Ramírez y Gustavo Sánchez Parra en un nivel actoral sobresaliente– muestran paso a paso el ascenso incontenible de sus pulsiones, estados de ánimo, decisiones personales, en un contexto urbano que los declararía anónimos e irrelevantes si no fuera porque, al verlos tan de cerca, se descubre que son como uno que los está mirando: contrariados por la realidad, de suyo tan tozuda, y sin embargo deseantes y buscando la manera de sacarle la vuelta a la tristeza, a la soledad, o al riesgo permanente de vivir sin un sentido para seguirlo haciendo.
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