Directora General: Carmen Lira Saade
Director Fundador: Carlos Payán Velver
Domingo 5 de octubre de 2014 Num: 1022

Portada

Presentación

Bazar de asombros
Hugo Gutiérrez Vega

El alimento: la liga del
migrante con su origen

Felipe González

Tamales cotidianos
y de fiesta

Daniel Becerra, Ruth Juárez
y Aleyda Aguirre

Las alumbradas, una
tradición subvertida
por la violencia

José A. Campos

Lo único que me pueden quitar es la vida
María Bravo

Las panochas calentanas
Raquel Rodríguez Estrada

Un guisandero apreciado

Tierra Caliente:
identidad y arte culinario

Aleyda Aguirre Rodríguez

Sangre de iguana
para vivir más años

Las cifras de la guerra

La danza de los viejitos:
resistencia y dignidad

Margarita Godínez

Leer

Columnas:
Galería
Ricardo Guzmán Wolffer
Jornada Virtual
Naief Yehya
Artes Visuales
Germaine Gómez Haro
Bemol Sostenido
Alonso Arreola
Paso a Retirarme
Ana García Bergua
Cabezalcubo
Jorge Moch
Jornada de Poesía
Juan Domingo Argüelles
Cinexcusas
Luis Tovar


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La Jornada Semanal

 

Germaine Gómez Haro
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Mónica Figueroa: Retrato a tres voces

En enero pasado se dio a conocer el colectivo de artistas emergentes llamado Hámsters, integrado por siete jóvenes recién egresados de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), quienes se unieron con el propósito de conformar un espacio independiente que funcionara como “laboratorio” de creación y exhibición pictórica. Así surgió el Centro de Operaciones Pictóricas (COP)  en  la calle de Laurel # 41 de la colonia Santa María la Rivera. Actualmente son cinco los promotores de esta interesante iniciativa: Ángel Orea, Alejandra Mosig, Marcos González Aka Foreman, Omar Ibañez y Mónica Figueroa, quien muestra su trabajo reciente en la exposición titulada Retrato a tres voces. Estos jóvenes audaces contagian su entusiasmo y dinamismo al hablar de su pasión por la pintura, género que ellos defienden con un fervor inusitado. Su cuestionamiento dio origen a este proyecto: “¿Por qué la pintura, sobre todo en México, a partir de los años noventa fue, no despreciada, pero sí decreciente en las muestras?” En el taller del maestro Ulises García Ponce de León impartido en la ENAP a lo largo de tres años, desmenuzaron la problematización teórica del lenguaje pictórico. “Fue un experimento pedagógico del maestro en el que fuimos sus ratas de laboratorio; él mismo nos puso el nombre de Hámsters”, comenta Mónica Figueroa, y agrega: “En su taller no aprendimos a pintar en el sentido convencional de la práctica. Aprendimos a buscar el equilibrio entre forma y contenido, tanto conceptual como técnico.”  Unidos por la necesidad de interactuar entre sí e intercambiar sus experiencias en torno a la producción pictórica, el COP se constituye como un foro de debate, reflexión y cuestionamiento, tanto de las disciplinas artísticas como de las políticas culturales y sociales de la actualidad. Su trabajo y el objetivo de su proyecto se perfilan como “una reacción frente a los post-conceptuales noventeros que repudian la pintura”; su propuesta es partir de la pintura y desde esa plataforma interactuar con cualquier otra disciplina: “No nos interesa solamente la técnica. Nos enfocamos en el proceso mental que se necesita para construir una estructura pictórica. Partiendo de ahí se puede trabajar en cualquier disciplina.” Cada uno de los integrantes del grupo ha desarrollado su propuesta plástica personal y como grupo vislumbran la pintura como una práctica multidisciplinaria que no está peleada con la instalación, el video o el performance. El COP conjunta la creación artística y la incidencia social en su programa de exhibiciones, foros de debate y reflexión, así como talleres didácticos.  “Nuestro propósito –dice Figueroa– es abrir las puertas del taller al público y romper el vínculo tradicional de galería-curador-espectador.  La gente puede venir y vernos trabajar.”


Obra de Mónica Figueroa

La exhibición de Mónica Figueroa inaugurada en días pasados “se mueve de la representación del relato autobiográfico hacia los terrenos crípticos del símbolo, el signo y el significado”, de ahí el sugerente título Retrato a tres voces. Esta joven pintora incursiona en experimentaciones  con una sorprendente libertad que la ha llevado a fusionar diversas técnicas en un mismo lienzo. Sus pinturas oscilan entre la representación realista de la figura humana y la evocación simbólica de elementos autorreferenciales que se amalgaman en composiciones complejas construidas a partir de la yuxtaposición de imágenes aparentemente inconexas, pero sutilmente hilvanadas entre las capas y capas de pintura que superpone con una delicadeza extrema. Su cocina plástica es de un cuidado exquisito y se percibe su gran pasión por el oficio. “Mis retratos tienen la estructura musical del contrapunto que consiste en mezclar varias melodías independientes en una misma composición como se hizo en el barroco. Yo lo traduzco a la pintura: las melodías serían las formas. Mi propuesta es desarrollar una narrativa a partir de la combinación de los tres elementos: persona, escena y símbolo fusionados en un retrato. Por eso titulé la muestra Retrato a tres voces.” Mónica parafrasea a artistas consagrados como Durero, El Greco y Toulouse Lautrec, y se sirve de las lecciones postmodernas de Sigmar Polke y Georg Baselitz, así como también incorpora referencias al cristianismo que practica su familia.  Sus obras atrapan por su carga expresiva que se hace patente en los rostros ensimismados de sus personajes que revelan sentimientos que van de la nostalgia al dolor. Se intuye que esta novel pintora  comienza su carrera caminando con pasos firmes.