jornada


letraese

Número 219
Jueves 2 de Octubre
de 2014



Director fundador
CARLOS PAYAN VELVER

Directora general
CARMEN LIRA SAADE

Director:
Alejandro Brito Lemus

pruebate

Cáncer de hígado:
un mal prevenible

En México se reportan al año 5 mil 393 muertes por cáncer de hígado, lo que equivale a 7.3 por ciento del total de decesos. Este problema de salud ocupa el tercer lugar de enfermedades fatales en el país y a diferencia de otros tipos de cáncer, no surge de forma espontánea sino derivado de otro padecimiento: la cirrosis.

Xochitl Celaya Enríquez

A diferencia de otros tipos de cáncer, el de hígado no aparece por alguna mutación o cambio en algunas células ni surge de manera espontánea. Se trata de una enfermedad subyacente que se presenta como resultado de la cirrosis.

Jorge Méndez Navarro, gastroenterólogo hepatólogo, explicó a Letra S que existen dos principales causas para desarrollar cirrosis. La primera es la viral, que se presenta después de adquirir los virus de hepatitis B o C. La segunda son las enfermedades por depósitos, (llamadas hemocromatosis), un problema genético que causa acumulación de hierro y predispone a la persona a padecer cáncer de hígado.

El especialista comentó que otro factor importante para desarrollar cirrosis es el alcoholismo crónico ya que permite la formación de tumores que afectan gravemente al hígado. En México, la primera causa de cáncer hepático es la cirrosis y la segunda, la hepatitis C.

Recientemente se ha descubierto que el hígado graso está entre la tercera y cuarta causa potencial para desarrollar cáncer hepático puesto que la acumulación de grasa produce una inflamación y regeneración anormal del órgano.

Algunos estudios sobre un hongo llamado aflatoxina, ubicado en el ambiente y en ciertos alimentos, han arrojado que podría, a largo plazo, producir cáncer de hígado, sin embargo, no es causa primaria de la patología.

Navarro explicó que existen otras enfermedades inmunológicas de baja prevalencia como la cirrosis biliar primaria, que consiste en una inflamación de los conductos internos del hígado, lo cual provoca un bloqueo del flujo de la bilis. Esto causa una cicatrización en las células del órgano y puede desencadenar cirrosis.

Alerta amarilla
A nivel mundial, el carcinoma hepatocelular –término médico para el cáncer hepático– ocupa el sexto lugar de incidencia y el tercer lugar en mortalidad. Se estima que en el mundo existen más de 300 millones de pacientes con algún tipo de hepatitis de los cuales más de 180 millones son portadores del virus tipo C. De éstos, una tercera parte desarrolla cirrosis y entre 1 y 4 por ciento presentará cáncer de hígado.

El 40 por ciento de los pacientes son diagnosticados con cáncer localmente avanzado y 19 por ciento ya tienen metástasis, es decir, el mal ya se ha diseminado a otros órganos. A nivel mundial, esta es la primera causa de trasplante de hígado, causado por el desarrollo de cirrosis.

La acumulación de hierro, el alcoholismo y las enfermedades infecciosas como la hepatitis C o B afectan al hígado de manera crónica, por lo que a futuro se desarrolla una cirrosis causada por la fibrosis que se forma en la membrana de este órgano, resultado del proceso de cicatrización y regeneración anormal. Esto implica una afección significativa.La lesión crónica, que se desarrolla después de meses o incluso años, comienza a producir cambios en la función del hígado: aparecen nódulos grandes de cirrosis que lo deforman y cambian su estructura, lo cual puede desencadenar cáncer.

Los síntomas de una enfermedad hepática se presentan hasta que existe un daño avanzado. El paciente puede presentar coloración amarilla en los ojos, pérdida de peso importante, dolor y pesadez en el abdomen y crecimiento del hígado con nódulos anormales, observables con un ultrasonido.
Un tumor en el hígado puede duplicar su tamaño cada tres meses. Por ello es importante prestar atención, pues puede diseminarse a otros órganos en forma rápida.

Innovación de tratamientos
Méndez Navarro explicó que una vez que ya apareció el cáncer existen dos principales formas de tratarlo: curativa o paliativa. La primera consiste en una cirugía para extirpar la parte afectada del hígado, siempre y cuando el tumor sea menor a tres centímetros y no se haya diseminado. La segunda se realiza cuando el hígado no responde al tratamiento anterior y se requiere de un trasplante.

Agregó que otra forma de tratar esta patología es a través de la quimioterapia intraarterial, es decir, inyectar un fármaco a través de los vasos sanguíneos a fin de que actúe directamente en la lesión para que frene el daño y prolongue la sobrevida de los pacientes.

Hasta hace poco, los principales fármacos para tratar esta enfermedad eran el interferon combinado con ribavirina, cuya tasa de éxito era de 50 por ciento. Nuevas moléculas como el llamado simeprevir, fármaco de última generación que logra eliminar al virus evitando que se replique en el hígado, disminuyen la posibilidad del cáncer y proporcionan una mejoría hasta del 80 por ciento en enfermedades hepáticas.

Este nuevo medicamento puede frenar el daño incluso en quienes padecen cirrosis y sólo requiere una toma diaria por seis meses, mejorando el apego de los pacientes y la conclusión del tratamiento. Es más seguro debido a que hay una disminución en los efectos secundarios, es más tolerable y se puede administrar con otros fármacos, siempre bajo la vigilancia de un especialista.

La mejor manera de prevenir el cáncer de hígado es conocer si se es portador de alguno de los virus de hepatitis con el fin de suministrar los antirretrovirales adecuados. También se debe como evitar el consumo excesivo de alcohol para reducir el riesgo de desarrollar cirrosis.

Las personas que han desarrollado cirrosis deben realizarse cada seis meses un ultrasonido para identificar un posible cáncer de hígado y evitar que éste progrese.

 


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