Sólo si se aprueban las leyes secundarias de la reforma energética y se aplican de manera eficaz el país podrá lograr un crecimiento arriba de 4 por ciento anual de manera sostenida; el empleo informal se reducirá en alrededor de 100 mil puestos cada año, y la creación de plazas de trabajo formales aumentará de manera adicional a la creación histórica en alrededor de 200 mil anualmente.

Esto consideró el economista en jefe de BBVA Bancomer, Carlos Serrano Herrera, al presentar su análisis Situación México para el segundo trimestre de 2014, y donde adelantó que ese grupo financiero modificó al alza su pronóstico de crecimiento para 2015, a 3.5 por ciento, desde su anterior estimado de 3 por ciento. El PIB se aceleraría en los próximos trimestres ante la mejora en la economía de Estados Unidos y la expansión fiscal en México, dijo el especialista.

Añadió que, con base en sus proyecciones, la economía se acelerará en los siguientes trimestres en caso de cumplirse los siguientes factores: una mejora en la economía de Estados Unidos que permita que el país crezca en 2.5 por ciento anual, y que el gasto del sector público en México fluya de manera oportuna, eficiente y en mayor monto, en virtud del déficit fiscal aprobado para este año.

Esos factores, agregó, deberán continuar el próximo año, al mismo tiempo que las reformas estructurales pudieran empezar a rendir sus primeros resultados, aunque todavía modestos. Por eso que estamos aumentando nuestro pronóstico de crecimiento de 3.0 a 3.5 por ciento para el siguiente año, adelantó.

Consideró que “la reforma energética contribuiría a reducir la proporción de trabajadores en la economía informal. En concreto, el empleo en las empresas informales de la economía podría pasar de 27 por ciento de la PEA (población económicamente activa) hasta 24 puntos porcentuales, cuando se materialice el aumento de la inversión esperado de manera sostenida.

La inflación anual se mantiene bajo control, y cerrará 2014 en torno a 3.7 por ciento; el ajuste en el escenario de crecimiento de 2014 fue resultado de la caída en la economía de Estados Unidos en el primer trimestre derivada de problemas climáticos, y de un efecto mayor al esperado del aumento impositivo sobre el consumo y la inversión.