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José María Espinasa
Artigas en el cuarto
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Alejandro Michelena
El asesinato de
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Marco Antonio Campos
Cambio de armas
Esther Andradi entrevista
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La aventura artística
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Philip Guston,
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Diego y Frida,
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Felipe Garrido
Monse
Un compañero me regaló una tortuga de tierra. Se la encontró y la subió a la camioneta. Yo le puse Monse, como a mi novia.
Instalé a Monse, mi tortuga, en el cuarto de lavado. Cuando pensé que la tierra le gustaría empecé a llevarla al traspatio, donde hay dos papayos. Lo comparto con mi vecina, que tiene un perrito juguetón. Desde la primera vez que llevé a Monse vi que era inquieta; al perro le encantaba voltearla patas arriba.
El sábado se me ocurrió hacerle una jaula; creí que estaría feliz. Le puse una alberquita. Monse no dejaba de moverse y el perro estaba súper inquieto.
Cuál fue mi sorpresa el domingo: Monse no estaba; el perro había escarbado. Quise matarlo. La encontré en la perrera. Su concha sangraba. Odié al perro, pero el culpable era yo, por no haber visto que el perro y Monse eran inquietos.
Fue difícil taponar la herida; los colmillos le perforaron la concha. Monse pasea ahora frente a la casa. Prometo no volver a dejarla en riesgo. |