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Ver día anteriorDomingo 30 de junio de 2013Ver día siguienteEdiciones anteriores
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¿Nos conviene el crecimiento o el decrecimiento del PIB?
L

a contabilidad macroeconómica en cualquier país se realiza de la siguiente manera. Primer método, se suman los valores añadidos de todas las actividades, es decir el valor de las ventas menos el valor de los insumos. Valor quiere decir aquí valor crematístico.. Como escribió Antonio Machado, todo necio / confunde valor y precio. Pues así se calcula, en dinero.

Segundo método, la suma de las retribuciones obtenidas, es decir, los salarios, más las ganancias de las empresas, más los alquileres de las tierras. Y tercer método: la suma de los gastos, ya sea que van al consumo o a la inversión. A estos cálculos se les añade la parte del comercio internacional y también se incluye la detracción de impuestos que luego se convierte en gasto público.

Así se calcula el PIB (producto interno bruto), y al restarle la amortización de capital, ya no es bruto, sino neto, y se llama PIN o más frecuentemente, Ingreso Nacional.

Vean que sólo se cuenta lo que tiene valor monetario. Si se destruye el patrimonio natural o cultural (cada vez menos petróleo, menos bosques y por tanto menos biodiversidad, pérdida de idiomas y de conocimientos ancestrales, destrucción de los bancos pesqueros…), eso no se cuenta. Si se contamina la atmósfera, eso no se resta. Si se contamina el agua, eso tampoco se resta, pero en cambio la facturación de una nueva depuradora, eso sí que se añade al PIB.

Los trabajos cuidativos en las familias, como los llamó Cristina Carrasco, sin los cuales no viviríamos más de unas pocas horas tras nacer, solo entran en el PIB si son remunerados, pero no entran sí son gratuitos. Los bienes relacionales tampoco. Esto me recuerda la pregunta de Castoriadis, ¿ustedes prefieren un nuevo amigo o amiga, o un nuevo Mercedes Benz? Yo solía plantearla en clase a jóvenes estudiantes de economía, hasta que uno dijo: yo prefiero una novia que tenga un Mercedes Benz. Pero la pregunta implica una elección entre algo que puede conseguirse con dinero, y algo que vale más, o  mejor dicho, algo que vale distinto, en otra escala de valores. La amistad, el amor son esenciales para la felicidad humana. Son bienes relacionales. No entran en el PIB.

Si un país quisiera subir su PIB, podría recurrir al siguiente arbitrio. Decretaría una norma según la cual queda prohibida la actividad sexual gratuita entre personas y obligaría a facturar toda esa actividad tan habitual en la especie humana, según unas tarifas. Por ejemplo, coito simple, 100 pesos. Y así distintas tarifas hasta las prácticas más sofisticadas. Incluso sin facturación obligatoria, se podría realizar una estimación estadística en el cálculo del PIB basándose en las frecuencias estimadas multiplicadas por los precios de burdel (como se estiman los alquileres de viviendas ocupadas por sus dueños o el consumo directo de alimentos o leña por campesino sin pasar por el mercado).

Eso sería de pésimo gusto y además sería ridículo. Los bienes relacionales no deben meterse en el PIB, de ninguna manera, tampoco vamos a meter en el PIB el placer traducido a dinero de calentarse al sol cuando hace frío o de tomar el fresco a la sombra de un árbol cuando hace calor. Ni la lluvia ni el viento vamos a ponerlos en el PIB. Neruda advirtió en un verso: aire no te vendas, tú no te vendas porque el agua y la tierra ya se habían vendido. Aire no te vendas que te van a poner en un aerogenerador para electricidad, desposeyendo a las comunidades de sus tierras, como en los parques eólicos del Istmo de Tehuantepec.

El PIB y sus componentes son pues magnitudes que pueden servir como instrumentos en ciertas políticas macroeconómicas (guiadas por el peso de la deuda externa en el PIB, o el déficit presupuestario en términos del PIB, o el porcentaje de la inversión pública en el PIB…) pero que son una tontería respecto al bienestar humano y a la degradación de la naturaleza.

Deben aumentar la agro-ecología, la rehabilitación de viviendas, el ir en bicicleta, los trabajos cuidativos, la salud, la amistad y el amor. No importa la repercusión que este cambio de economía tenga sobre el PIB, si lo hace subir o bajar. Eso dependerá de las convenciones contables. Hay que ver la economía física y socialmente, y no crematísticamente.  Esta es la posición de los descrecentistas. No importa que baje el PIB, mientras baje el uso de combustibles fósiles que produce cambio climático y baje la apropiación humana de biomasa (para que quede más para otras especies), baje el gasto en armas de guerra y en publicidad, y aumente el bienestar humano.