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Aún no reciben el cuerpo... pero lo tendrán, sin quemaduras ni moretones: víctima

Familia mantiene en secreto lugar del entierro de Videla; versión de que será en su ciudad natal

Padecía dolores de columna que se recrudecieron tras una caída reciente en la ducha: La Nación

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El ex dictador argentino Jorge Rafael Videla, en imagen de julio de 2012, al llegar a una corte de Buenos AiresFoto Ap
Corresponsal
Periódico La Jornada
Lunes 20 de mayo de 2013, p. 20

Buenos Aires, 19 de mayo.

Los restos del ex dictador Jorge Rafael Videla, fallecido el pasado viernes en una cárcel de la localidad de Marcos Paz, continuaban en la morgue esta mañana, aunque ayer se realizó la autopsia para confirmar la causa de su muerte y el informe fue enviado al juez federal de Morón, Juan Pablo Salas, por los integrantes del Cuerpo Médico Forense.

La autopsia se había pedido vía judicial para constatar si su muerte había sido natural, como surgió de los primeros informes y tendiente a despejar cualquier duda.

Algunos medios hablaron de incertidumbre familiar ante la falta de noticias, pero trascendió que en realidad sus familiares han pedido el mayor recato, aunque se difundió que el ex dictador sería enterrado en la localidad de Mercedes, provincia de Buenos Aires, donde nació hace 87 años.

También trascendieron informes que señalan la imposibilidad de cremar de inmediato el cadáver hasta que se informe debidamente sobre los resultados de la autopsia. De acuerdo con medios locales, la familia mantiene en secreto los datos del entierro para evitar el repudio social que pudiera afectar la ceremonia.

La familia quiere una ceremonia muy íntima pero todavía no les han dado el cuerpo, reconoció anoche Cecilia Pando, de la agrupación de familiares de presos juzgados por crímenes de lesa humanidad durante la pasada dictadura.

Lo encuentran en el inodoro

Videla, el general que encabezó el golpe militar que derrocó a María Estela Martínez de Perón (Isabelita) el 24 de marzo de 1976, presidió la junta militar, que lo designó presidente de la cruenta dictadura que castigó al país hasta finales de 1983.

Murió el viernes pasado cuando se encontraba en su celda de la cárcel de Marcos Paz. Había sido condenado a cadena perpetua por crímenes de lesa humanidad y el año pasado recibió la sentencia de otros 50 años de prisión por su responsabilidad en el robo de niños, hijos de desaparecidos, una de las más perversas acciones de la dictadura argentina.

De acuerdo con los datos que surgen ahora, cuando lo encontraron, a las 8:25 horas del viernes, estaba sentado en el inodoro y no tenía pulso ni reacción pupilar. Los primeros exámenes deteminaron su muerte.

El periódico La Nación reportó que el ex dictador padecía intensos dolores de columna y que una caída reciente en la ducha –por haber perdido el equilibrio– quizá haya anticipado su deceso.

La Nación añadió que los últimos días de Videla fueron tan sufridos como intensos, y que al principio de la semana pasada perdió el equilibro mientras se duchaba en el penal de Marcos Paz y, de allí en más, tras golpearse la cadera contra el piso mojado, se acentuó su dolor físico.

Se señala además que Videla no padecía enfermedad alguna y pudo ser llevado el miércoles al tribunal oral, que juzga los crímenes de la Operación Cóndor, donde se negó a declarar.

Fu entonces cuando les dijo a los jueces que sufría de pérdida de memoria y de estabilidad vertical, consideró que era un preso político y desestimó el valor de la justicia que se le estaba aplicando.

Mientras la familia sigue en silencio, ya sabe que Videla no podrá recibir honores militares por haber sido destituido de su cargo y por la resolución oficial de 2009 que prohíbe estas honras para militares responsables de violaciones a los derechos humanos durante la dictadura.

La muerte de Videla generó que desde todo el arco político se repudiara su accionar durante los años del gobierno militar. Es el mismo repudio social que lleva a sus familiares a intentar un cerco mediático para poder enterrar sus restos sin manifestaciones, señala el diario Clarín.

El periodista y escritor Eduardo Jozami, director del Centro Cultural por la Memoria Haroldo Conti, escribe hoy que “pocos días antes de morir, circunstancia que para un hombre de 87 años nunca es sorpresiva, Jorge Rafael Videla volvió a mostrarse ajeno a todo propósito de arrepentimiento, haciéndose, una vez más, responsable de todo lo que habían hecho sus subordinados. Este reconocimiento no supone un costo significativo para alguien que, a su edad, ha acumulado tantos años de cárcel, pero muestra cómo el dictador quiso ser recordado: no como alguien que puede acomodarse a las circunstancias –como él consideraba a su aborrecido ex almirante Emilio Massera (su compañero en la junta militar)– sino como el cruzado que no abandona sus propósitos, en función de éxitos o fracasos, el soldado de una causa que, piensa Videla, no tiene por qué pertenecer únicamente al pasado”.

Jozami además repasa la carrera del ex dictador que estaba en todas las etapas muy claro sobre el papel a cumplir en cada caso en la historia nacional, pero su muerte no marca el cierre de ninguna historia. Por el contrario, nos recuerda cuánto nos falta aún avanzar con los juicios a los genocidas y con la política que logre la desaparición total de las marcas que en la sociedad argentina aún evocan dolorosamente al dictador, señala.

Hay un texto que ha recorrido todas las redes sociales en el cual se destaca que la familia de Videla recibirá su cuerpo, en contraposición a todo lo que él hizo, con la desaparición de 30 mil personas, los tormentos, los delitos aberrantes.

El periodista y víctima Jorge Kostinger dice a la familia de Videla en el texto que circula en Internet: “ahí está el cuerpo. Sin habeas corpus, ahí tienen el cuerpo. Unos papeles y es suyo (...) cuentan ustedes con un cuerpo. Que les conste que lo reciben sin quemaduras ni moretones. Podríamos haberlo golpeado al menos, que ya hubiera estado pago. Pero nosotros preferimos no hacerlo, eso que sí hizo, este cuerpo que ustedes van a enterrar. No lo tiramos desde un avión, no lo animamos a cantar con descargas de picana. Que cante, por ejemplo, adónde están nuestros cuerpos, los de nuestros compañeros. No fue violado. No tuvo un hijo acostado en el pecho mientras le daban máquina (tortura con picana)... No lo enterramos en cualquier parte como NN. No le robamos a sus nietos. Acá tienen el cuerpo”.