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El director francés participa en la Sección Oficial de Cannes

Joven y hermosa aborda la adolescencia desde el punto de vista hormonal: Ozon
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El realizador François Ozon con Marine Vacth (izquierda) y Geraldine Pailhas (derecha)Foto Reuters
Especial para La Jornada
Periódico La Jornada
Lunes 20 de mayo de 2013, p. a13

Cannes, 19 de mayo.

Cuando se trata del género femenino, François Ozon no tiene límites. Jeune & Jolie (Joven y hermosa) es la reciente propuesta del siempre controversial director francés, que retorna provocativo al festival internacional de Cannes con un filme instigador, audaz, que insiste en hacer una radiografía del universo de la mujer. En la cinta, presentada el pasado jueves en la Sección Oficial, el autor de títulos tan femeninos como 8 mujeres, Tiempo de vivir y hasta su versión de la pieza Potiche-Mujeres al poder, hace un retrato de una joven en una de las etapas más difíciles de la vida: la transición de la adolescencia a la madurez, por medio de cuatro momentos claves, cuatro estaciones y cuatro canciones (presentadas por Françoise Hardy). Su tono es algo más crudo, más perverso, doloroso incluso.

Para ella, el dinero no importa, sino las emociones y el mero placer de la carne. Isabelle, o mejor Lea, como se hace llamar por los desconocidos con los cuales tiene sexo pagado, no se prostituye para comprar droga u objetos de lujo. A sus 17 años sigue simplemente un impulso inexplicable, ligado a una primera experiencia traumatizante, o quizás a la dificultad de relacionarse con los adultos, una madre distraída y un padre ausente desde su separación conyugal. No adora las carteras de Prada ni el esplendor de la moda, ni tiene necesidades económicas. Está sola, mientras todas comparten en grupo. Es melancólica, mientras las otras son perennemente eufóricas. Está muy lejana a la malicia de Lolita o a la perversión de Bella de día (Belle de Jour). Isabelle se remite al eros con mirada limpia y rostro angelical que le dan 300 euros por cliente satisfecho.

Etapa fértil

Para Ozon se trata de expresarse mediante la identidad sexual, una sexualidad que puede estar enlazada con los sentimientos. No lo hace para sobrevivir, como podría suponerse, sino por algo más profundo: una fuerte necesidad visceral de experimentar aquel torbellino hormonal con hombres diversos. Podría drogarse o caer en la anorexia, pero lo esencial es que se trata de su secreto prohibido, el placer y la libido de lo clandestino. La adolescencia es un periodo fértil en el que todo es posible. Uno se cree dueño del mundo y se va contra los patrones morales. Para Isabelle, su inmersión en la prostitución no es una perversión, aseguró el cineasta, en la Croisette.

La película analiza el personaje fuera de lo moral para descubrir algo más de su sexualidad más allá de los parámetros convencionales, y lo que lo hace más atractivo. Y si lo consigue no sólo es a través del lenguaje del cine, que maneja con indudable talento y brillantez, sino a partir de actuaciones memorables, como las de la hermosa modelo Marine Vacht en la piel de Isabelle, de Geraldine Pailhas como su madre, y también de Fréderic Pierrot y Johan Leysen, así como de la participación de su musa y actriz fetiche Charlotte Rampling.

– Isabelle no es una simple joven hermosa. Vende su cuerpo por los motivos que fuera con la más absoluta normalidad.

– No se prostituye por obligación, sino por placer, para compartir un abrazo en un hotel con una persona conocida a través de las redes sociales virtuales. Esta película es precisamente sobre la adolescencia y los cambios que sufren nuestro cuerpo y mente a esa edad. Tenía ganas de abordar el tema desde la distancia para hablar al respecto de forma diferente. Por eso, en esta cinta la adolescencia está representada más desde el punto de vista hormonal que sentimental. Es un periodo en el que suceden procesos sicológicos sumamente importantes, pero estamos como anestesiados, incapaces de descifrar. El tema de la prostitución resalta precisamente esto, y sirve para indagar más sobre la identidad y la sexualidad tan cuestionadas por los adolescentes. Esta historia quizá sirva para esclarecer las claves ocultas y prohibidas del despertar del deseo carnal.

– Pero Isabelle parece vivir carente de emociones desde que pierde su virginidad...

– Ella muestra una dualidad de carácter desde el momento crítico del desfloramiento. Los hombres y las mujeres vivimos diferentes emociones cuando descubrimos la sexualidad. Esa escena prepara al espectador para aceptar a Isabelle en su doble vida –estudiante de día y prostituta de noche–, lo que provoca fuertes reacciones en los que viven cerca de ella. Por eso, cada estación arranca desde el punto de vista de un personaje diferente. El verano es el hermano de Isabelle; el otoño, su cliente; el invierno, su madre, y la primavera, su padrastro. Me concentro en estos momentos específicos para explorar lo que sucede en ella.

– ¿Cómo explica su actitud?

– Las razones por las que Isabelle actúa así son numerosas. Cada uno es libre de interpretarlas a su modo. Me gusta que el auditorio se tome esa libertad. La joven es también un misterio para mí. No estoy por delante de ella. Sólo la sigo como un entomólogo que se enamora gradualmente de la criatura en estudio. Nos identificamos con algunas de las situaciones existenciales, porque están muy ancladas en la realidad y los actores son muy convincentes. Ella, en realidad, no es una víctima del sistema, sino una consecuencia hasta lógica de una sociedad incapaz de entender muchas cosas.

– ¿Cómo enfocó las escenas de sexo para no sobrepasar límites desagradables?

– Quería que fueran muy realistas, pero no degradantes o sórdidas. Deseaba evitar juicios morales. Obviamente, algunos clientes son un poco depravados; sin embargo, el punto era mostrar cómo Isabelle se adapta a todo. Ella logra recibir y satisfacer los deseos de los hombres cuando aún tiene que descubrir los propios.

– ¿Por qué elegió a Marine?

– Cuando la vi, enseguida me pareció diferente a las demás, a las que abordan el papel desde un prisma muy realista, dando la sensación de estar en un documental. Con ella sucedía algo totalmente diferente. Al mirar sus ojos, existía un mundo interior, un misterio y eso era exactamente lo que buscaba para la película. Quedé impresionado por su extrema fragilidad y, al mismo tiempo, fortaleza. Es muy fotogénica y aporta sensualidad y frescura a la historia. Además, el hecho de que sea modelo la lleva a ser muy libre y espontánea con el cuerpo, que usa aquí hábilmente como instrumento.

– ¿Guarda buenos recuerdos de sus años de juventud?

– A menudo se idealiza la adolescencia en el cine mundial, se le ensalza exageradamente. De la mía, conservo un recuerdo más bien doloroso, de sufrimientos y transiciones. No siento nostalgia. Las cosas han cambiado desde entonces. En particular, los medios de comunicación utilizados para aprender sobre el sexo: celulares, Internet… ¡En mi tiempo sólo había el Minitel!