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El festival Hell & Heaven juntó a más de 40 bandas ante 12 mil gustosos del género

Del clásico al más retorcido, el metal hizo las delicias en Guadalajara

La estadunidense Testament presentó un impresionante y pulcro espectáculo

Épica, una de las más esperadas por el público ofreció, con su cantante Simone Simons, una actuación que rozó lo impecable

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Simone Simons, de Epica y Scott Ian, de AnthraxFoto Christhian Ferenc
Enviado
Periódico La Jornada
Lunes 20 de mayo de 2013, p. a12

Guadalajara, 19 de mayo.

Ayer se realizó la primera parte del festival Hell & Heaven en la carpa VF, en la que alrededor de 42 bandas de diferentes estilos de heavy metal, desde el más clásico hasta el más retorcido/elaborado, hicieron las delicias de unos 12 mil gustosos del género. Para algunos, escuchar a todas esas bandas emblemáticas de su juventud, determinantes en su educación musical, que afloraba en ese momento, fue un momento de gran nostalgia, mientras para otros fue la oportunidad de constatar la buena salud y el infinito poder del heavy metal en la actualidad.

Desafiando al tiránico Sol, que caía con especial rigor, algunos cientos de hordas de metaleros llegaron al Hell & Heaven desde las 14 horas, en que ya se escuchaban las primeras notas de Thantra y Terrasera, que abrieron los escenarios Hell Stage y Heaven Stage, respectivamente. Conforme transcurría el tiempo se fueron sumando más. Mientras, Draksen, Attackhead, Wrecker, Transmetal y Butcher Babies hacían lo propio en los dos templetes disponibles. Buenas actuaciones alentaban al público, que para ese entonces ya alcanzaba los 8 mil asistentes.

La primera gran sorpresa de la tarde fueron los portugueses de Moonspell, que comandados por Fernando Ribeiro, su sonido de metal extremo y temas clásicos de su discografía, como Alma mater, Scorpion flower y Opium, llevaron al éxtasis en el escenario principal; mientras Nightbreed ponía de cabeza a los osados del escenario secundario.

A pesar de que cada una de las bandas hasta ese momento tuvo su público, la cercanía de los escenarios dificultó el disfrute pleno, pues se ensuciaba el sonido, lo que menguaba un poco el ánimo.

Cuando el Sol lanzaba sus últimas bocanadas llegó Suicidal Tendencies, longeva banda californiana que provocó el delirio en el Hell Stage, con slam dance colectivo y sonidos que iban mutando/evolucionando desde el hardcor, punk, hasta el trash metal. Al mismo tiempo en el escenario Heaven Stage sus compatriotas de Cattle Decapitation tomaban el festival con un sonido solvente y galopante. El verdadero espíritu del encuentro alcanzó el cenit.

Apareció en escena el nu metal de Ill Niño, que reunió a gran cantidad de asistentes a lo largo de 11 canciones, entre las que destacaron la iniciática Still Hate Me, This is War, I’m loco y Corazón of Mine.

La gran mayoría permaneció en su sitio en el escenario principal en espera de Epica, el siguiente de la lista. Sin embargo, salió a escena la legendaria banda estadunidense Testament, que con su impresionante/pulcro/preciso thrash metal pulverizó a todas las propuesta anteriores. Los miembros de la banda: Chuck Billy, Eric Peterson, Alex Skolnick y Gene Hoglan, también lucían felices. Su concierto fue una verdadera compenetración y unión con el público, como pocas veces se ha visto. Fue lo más granado a esas alturas del festival, que comenzaba a dar sus últimos estertores.

Para esas horas en el festival los caídos se contaban por decenas, aunque una gran mayoría esperaba las bandas principales. Para la sensatos llegó la recompensa, pues salieron a escena los alemanes de Sodom con su irreductible thrash metal, hasta ese momento lo mejor del festival en el escenario secundario. Ellos lograron una comunión con su público. Surcando sus guitarras a mil por hora y una batería centellante y voz cabalgante, los alemanes vieron su mejor momento con Agent Orange, todos movieron la mata frenéticamente.

Luego del retraso salió Epica, que impuso su propuesta de metal sinfónico. Después de que el escenario principal quedó bendecido por Testament, las blondas y largas matas de Mark Jansen e Isaac Delahave, guitarrista y bajista, respectivamente, contoneándose sincrónicamente, así como la acaramelada/colérica/airada voz de Simone Simons, completando con una batería sorprendente tronante, hicieron las delicias de propios y extraños.

Mención aparte merece la voz de Simons, que contrastó/complementó con los atisbos guturales esporádicos de Jansen, ofreciendo una estupenda actuación que por momentos rozó lo impecable.

Morbid Angel fue la última banda en desfilar por el escenario secundario. Llegó con su metal para esquizofrénicos resucitados sobrevivientes del thrash garage original ochentero, mutado death metal. Recreó el ambiente de bandas que no salían del bar de la colonia.

Por último, cuando el Sol ya estaba en su nadir, Anthrax salió a escena con su pulcro y elegante thrash metal para culminar la jornada con su vocalista Joe Belladonna, quien logró el frenesí absoluto de los miles de asistentes, consiguiendo un enorme mosh pitt de 50 metros de diámetro con un nutrido slam dance, cuya fuerza motriz provenía del escenario. Fue una actuación sobresaliente que promete, en boca de Scott Ian, regresar el próximo año.

Así terminó el primer capítulo de este festival inaudito que reunió un amplio abanico de bandas que los metaleros de Jalisco y de otros estados disfrutaron.