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Abre al público la exposición Hay más ruta que la nuestra con obra de 22 artistas

El museo Rufino Tamayo muestra un campo de tensiones estéticas

Se contrastan pasado y presente, corrientes y nacionalidades, indica el especialista Willy Kautz

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Henequén rojo y negro, tapiz del catalán Grau Garriga, incluido en la exposición del museo TamayoFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Jueves 9 de mayo de 2013, p. 6

Una confrontación crítica entre pasado y presente, entre posiciones y corrientes ideológicas y artísticas disímbolas, entre creadores de diferentes generaciones y nacionalidades, es lo que subyace en la muestra Hay más rutas que la nuestra: las colecciones de Tamayo después de la modernidad.

Su inauguración tuvo lugar anoche en el Museo Rufino Tamayo Arte Contemporáneo (Paseo de la Reforma, esquina Gandhi, Bosque de Chapultepec), de manera conjunta con la colectiva Ciclorama, integrada por obra de cinco artistas, y el performance/escultura Floor of the Forest, de Trisha Brown.

Hay más rutas que la nuestra..., según su curador, Willy Kautz, fue concebida como un campo de tensiones estéticas e incluye tanto obras modernas como contemporáneas, de artistas nacionales y extranjeros, “para indicar diferencias y convergencias entre lo local y los cánones internacionales del mainstream, sean éstos modernos o recientes”.

El título, explica, se desprenden de la postura de Tamayo en torno a la creación artística como concepto universal. Esta propuesta era contradictoria a una afamada consigna de David Alfaro Siqueiros, quien, en cierto momento, manifestó: No hay más ruta que la nuestra, en alusión al movimiento de la Escuela Mexicana, en la que prevalecía la idea de un arte único que negaba otras tendencias.

Por una visión multidireccional

Entre las piezas exhibidas pueden apreciarse algunas de las más recientes incorporaciones al acervo del museo Tamayo, además de ejemplos de la colección de arte prehispánico integrada por el pintor oaxaqueño

Algunas de esas obras nuevas son de Francis Alÿs, Carlos Amorales, Teresa Margolles y Wolfgang Tillmans, las cuales comparten ahora espacio con creaciones icónicas de la colección de arte moderno y contemporáneo adquiridas por Tamayo en vida.

En total son 35 piezas de 22 artistas, como el monumental tapiz-escultura Henequén rojo y negro, del catalán Grau Garriga; Peinture, de Joan Miró; Chapulín, de Francisco Toledo; Mujer de la jungla, de Günther Gerzso; Mensaje XV y Levíticos XX:18, de Mathias Goeritz, y Recuerdos, de Vicente Rojo.

“La selección de obras –apunta el especialista– se ciñe por las cualidades pictóricas matéricas, la ambivalencia entre abstracción y figuración precolombinas, las técnicas artesanales, como también los paisajes rurales, populares y mediáticos de los anuncios y los rótulos urbanos”.

De acuerdo con Willy Kautz, la muestra plantea la visión internacional y plural de Rufino Tamayo, quien aceptaba muchas definiciones de arte y le molestaba mucho la visión unidireccional de Siqueiros, de que sólo había una vía y que lo demás no tenía valor.

Queremos retomar la posición estética de Tamayo, que al final conlleva una visión institucional en la construcción de un museo, convirtiéndose así en uno de los pocos artistas que logran consolidar este tipo de proyectos, señala.

Respecto de la manera en que interactúan y dialogan las obras, el curador destaca que con ellas se pretende crear un vínculo de cómo Rufino Tamayo conformó una visión universal a partir de recuperar la cosmovisión de las culturas antiguas.

Y si ves sus contemporáneos, muchos de los que exhibimos aquí son artistas que miran al pasado y recuperan estas estéticas antiguas y proponen desde la modernidad una cosmovisión; es decir, una visión total, una visión simbólica del mundo. Y esto se contrapone al realismo de la Escuela Mexicana, sobre todo de Siqueiros, señala Kautz.