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Germinal, del primero, reúne 12 trabajos de dibujo, pintura, escultura y cortometraje

Exposiciones de Carlos Amorales y Juan Downey abren ciclo en el museo Tamayo
Foto
Terremoto vertical, 2010, obra de Carlos Amorales incluida en la exposición montada en el recinto de Paseo de la Reforma y Gandhi, Bosque de ChapultepecFoto cortesía del Museo Rufino Tamayo Arte Contemporáneo
 
Periódico La Jornada
Sábado 6 de abril de 2013, p. 4

El Museo Rufino Tamayo Arte Contemporáneo comenzó hace unos días su ciclo de exposiciones con Juan Downey: una utopía de la comunicación y Carlos Amorales: Germinal, dos ejercicios no exentos de crítica a la sociedad.

Germinal reúne 12 piezas, algunas realizadas ex profeso. Dibujo, pintura, escultura, videos y un cortometraje acerca de qué pasa cuando quedamos sin lenguaje.

Es una exploración e invención de un lenguaje que son parte del trabajo más reciente de Amorales, basado en el Archivo líquido, pensado a partir de dos momentos: el sismo de 1985 en el que cae la ciudad, pero se crea la sociedad civil y la guerra contra el narco y el vacío de poder. Viene mucho de la vivencia de los pasados seis años que va permeando, creando una especie de miedo. Esos son dos momentos en los que siento que el vacío de poder es muy fuerte, pero diametralmente opuestos. Quería analizar por qué ocurren estas dos cosas, explicó el artista durante un recorrido para la prensa.

Respecto de lo que se vive ahora, recordó lo expresado por una investigadora: el momento que vivimos en México, comparándolo con el de Colombia, es apenas un comienzo. Que todo lo brutal que vemos con las cabezas cortadas, con esos signos que van dejando, en realidad no se ha sofisticado tanto como a lo que llegaron en ese país, lo cual me dejó helado. Esos seis años de tanta violencia, según lo que interpreta la investigadora es sólo el principio.

El arte, añadió, es ambiguo hay un sentido social, porque somos parte de una sociedad, pero la verdad no siento que el arte deba tener una función social en el sentido del funcionalismo, de ser aplicado necesariamente, y creo que también es un balance entre lo público y lo privado. Esto no tiene una lectura solamente social, pero vivo y me influye una sociedad, aunque el artista también tiene la posibilidad de abrir y crear un mundo y en el momento de exhibirlo lo otorgas a los demás, es donde buscas conexiones.

Esta exposición, con curaduría a cargo de Magnolia de la Garza, es un nuevo rompimiento de mi estilo de trabajo. Es un tercer quiebre. Admiro a los artistas que toman un camino y lo siguen por 50 años, es la manera más clásica de desarrollar el arte, pero en mi caso me interesan otras cosas. Siempre necesito un poco darle la vuelta. Siento que si me prolongo demasiado en un estilo o en un discurso en realidad me empiezo a volver manierista, pierdes la frescura que podría tener un planteamiento.

Influencia de la cibernética

Por otra parte, las salas 3 y 4 del recinto están ocupadas por la muestra Juan Downey: una utopía de la comunicación, la cual se concretó gracias al trabajo de conservación de la obra de este artista chileno, quien vivió en Nueva York, realizado por su viuda, Marylis de Downey.

El enfoque de esta exposición es la influencia del pensamiento cibernético en Downey, su exploración de las relaciones entre la tecnología y la sociedad, el entorno, la retroalimentación, las energías invisibles (ondas electromagnéticas, radiaciones) y la arquitectura invisible, sin dejar a un lado el momento en la que decidió dar una intención más política a su trabajo, lo cual ocurrió en 1973, a partir del golpe de Estado contra Salvador Allende, su viaje en camioneta para filmar a distintos grupos indígenas del continente, y en especial su trabajo con los indios yanomami, en la selva amazónica.